La tercera edad y la última
Trabajadores y vecinos de Cervera miran preocupados estos días la amenaza de cierre que se cierne sobre la Residencia de Ancianos.
Y causa estupor, porque una
residencia quiere ser el último refugio de muchas personas que conocimos, no
sólo por la amenaza de la entidad financiera, o la escasez de los recursos
destinados a este fin por el gobierno regional sino, sobre todo, porque llegados
a este punto, uno se da cuenta de que todos te quitan el paraguas cuando
llueve, todos te niegan la ayuda cuando lo necesitas de verdad, y a los
sacrificios de los trabajadores se suma la preocupación de quienes lo padecen
en carne propia y que a lo único que aspiran es
a poder pasar sus últimos días en el entorno que los vio nacer.
Viendo estas perspectivas en una
de las localidades importantes de la zona, qué podemos esperar de la
residencia que se ha construido recientemente en San Salvador y que las
autoridades evalúan estos días sacar a concurso. Aunque tenemos un ejemplo evidente de que han funcionado
bien en lugares más pequeños, como la de Salinas de Pisuerga, inaugurada a
principios de 2001, con más de 100 plazas, tampoco podemos echar las campanas
al vuelo pues allí se ha puesto en marcha el traspaso de la misma a otras manos
gestoras que estudiaban estos días las bases requeridas por la entidad
financiera y a las que el ayuntamiento, propietario de los terrenos, no ha
puesto objeción, con el deseo de que la residencia siga abierta. Que no todo es del color con que
lo pintan quienes las explotan, que no es la panacea ni el cuidado sumo que nos
prometen; que a veces, quienes lo montan exclusivamente como negocio se olvidan
del gasto enorme que conlleva su mantenimiento; que las instituciones que han
invertido en la construcción de algunos de estos centro, no las dejen
finalmente a la deriva.