Hasta el toque a concejo campanil, que también se conserva aún en algunos pueblos, tiene que ver con esa cultura, la del republicanismo auténtico, que es el único en el que uno cree.
Con la disculpa de racionalizar la Administración, eufemismo que quiere decir otra cosa como todos los eufemismos que utilizan los políticos, y de sanear las cuentas de los ayuntamientos(ahora van a tener la culpa de los excesos y los caprichos de los alcaldes los vecinos que los sufren), el Gobierno se quiere cargar las juntas vecinales y quedarse con sus propiedades históricas. Que es de lo que al fin se trata. De eso y de suprimir de un plumazo esa anomalía política que supone que a estas alturas haya algo que escape al poder de los partidos y que se dilucide al margen de ellos. Hasta ahí podíamos llegar, habrá pensado seguramente el antiguo registrador de la propiedad de Villafranca del Bierzo Mariano Rajoy, cuyo paso por esa villa levítica se recuerda allí todavía, aparte de por su aspecto de opositor sempiterno y gris, por su escasa afición a mezclarse con el vecindario, seguramente para no contaminarse de sus ideas.
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