El invierno es cosa seria

Leo en un diario nacional que los inviernos no fueron siempre tan aburridos como ahora. Los actuales hombres del tiempo han encontrado muchos años después la causa de aquellos inviernos tan largos. Se trata de una línea imaginaria que comunica estas tierras con el Mar Cantábrico, el vacío formado por el curso del río Deva y los vientos norteños que chocan en el "boquete" que forma el Peñalabra y la Peña Bistruey. Resulta interesante y divertido verse uno reflejado en tan importantes medios de comunicación y con explicaciones que desbordan nuestro limitado entendimiento. El periodista lo resume así: "Las masas de aire forzadas a elevarse por primera vez en estos puntos, descargan cantidades ingentes de nieve..."



Parece que lo que le mueve a esa rigurosa investigación, es la cita que aparece grabada en el atrio de su iglesia: "Año 1713. A 26 de febrero comenzó a nevar y no cesó hasta el 29 de abril. Ese día había 12 varas". Hace unos días, en conversación telefónica con el folklorista Luis Guzmán Rubio, recordábamos la copla cantada por Sarai Plaza, recogida en los años 40 por su padre, Guzmán Ricis, lo que viene a justificar con pocas palabras la intensidad de los inviernos en esta zona:

En Camasobres la nieve
borra todos los caminos,
pero jamás borrará
tu cariñito y el mío...


A pesar de todo, sin quitarle la razón a nadie, en los inviernos que llevamos descritos no se habla de una gran cantidad de nieve caída, sino de una gran cantidad de nieve acumulada por el viento, lo que forma neveros espectaculares en algunos lugares como el Vallegón, la Venta Urbaneja, el collado de Areños... El año que alguien se molestó en grabar, sería, sin duda, uno de aquellos en que para atravesar las calles era necesario hacer auténticos túneles, cuando las plantas bajas de las viviendas estaban tapadas por la nieve, como bien recuerdan los más viejos del pueblo de Lores en la gran nevada del 54.

Loable es que nos hayan encontrado y nos sitúen en el mapa correctamente, aunque desde que padecí el invierno en propia carne, yo nunca me lo he tomado a broma.

Imagen: Máquina quitanieves abriendo las calles de Cervera en 1954
Más sobre este tema en nuestro blog "Curiosón"
"Grabado en piedra en 1713"


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2 Comentarios

  1. Viviendo en las ciudades no se puede imaginar esas nevadas,porque apenas nieva y si lo hace dura muy poco,pero en la zona donde transcurrio mi infancia " Sanabria",tambien caian buenas nevadas y habia que coger la pala y hacer senda hasta las cuadras ,la casa del vecino ,la escuela ,la fuente etc.etc. pues solo contabamos con nuestro esfuerzo porque por alli en una semana o quince dias no aparecia ni el cartero,pero la vida del invierno se preparaba para eso llenando la despensa con la matanza ,con la cosecha de patatas ,la fruta ,las piezas de bacalao y congrio seco colgadas en la despensa ,las gallinas en el corral para algun que otro caldo y para tener huevos y los repollos y verzas en el huerto,se podia resistir el invierno,el unico inconveniente serio era que alguien enfermase de algo que la medicina casera no alcanzase a remediar.

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  2. Lo has expresado correctamente. Eso mismo vale para los dos sitios. Y nunca nuestra queja estuvo dirigida a las nubes, pues entendíamos y apreciábamos la necesidad del invierno, por muy crudo que fuera.
    Aquí, en esta zona de Palencia, se han vivido inviernos tremendos hasta últimos del siglo pasado. Y las máquinas salían de Palencia, ya en los últimos años, de Saldaña, justo donde no hacían falta.
    Ahora, cuando ya no hay tiempo casi de salvar nada, están más cerca.

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