ORÍGENES

10 noviembre 2012

Historias de Cuevas
noviembre 10, 2012 3 Comments

En Camasobres se encuentra "La Cueva de los Burros", que alberga pinturas rupestres y es documento por el que sabemos que ya hubo población en tiempos prehistóricos. El contorno está lleno de muestras parecidas, que hemos ido publicando sueltas en nuestra página de facebook y que ampliamos ahora en esta sección del blog.
"Cuando nosotros descubrimos la Cueva del Neredo, se contaba que un sacerdote había entrado con un brazo de velas y como se le agotaron no pudo llegar hasta el final» -me recuerda el investigador Agustín Fernández Merino, oriundo de Lores, en una entrevista que le hice para "El Norte de Castilla" en la década de los 90-.
Agustín relata que existía la creencia de que en otra cueva estaba enterrada una caldera de cobre llena de oro. Tomaron la leyenda al pie de la letra y decidieron buscarla. La bóveda de la cueva es de caliza y la parte baja es de tierra. Varios vecinos del pueblo estuvieron cavando y sacando tierra durante bastante tiempo. Hicieron un pozo y una galería, colocaron mamposterìa como se hace en las minas, hasta que, cansados de cavar, sin rastro de la caldera, buscaron los servicios de una adivinadora de Santander. Para acceder a la Cueva hay que subir una pendiente muy empinada, que resultó demasiado fuerte para las piernas de la adivina, por lo que tuvieron que subirla en brazos desde la orilla del río. Cuando se acercaron con la adivina a lo alto de la cueva y la preguntaron por el lugar donde debían cavar para encontrar la caldera, la adivina, tras una inspección, dijo que en aquella cueva no había nada de oro. Enojados, los que la llevaban, estuvieron a punto de tirarla por el pozo. Tras esta decisión, un mito más quedaba roto...
 


Reportaje fotográfico de @ José Luis Estalayo
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09 noviembre 2012

Carta de las montañas
noviembre 09, 20120 Comments

El tiempo se va raudo. Nadie puede detenerlo. Es lo que nos va llevando, en medio de un mundo que se mueve rápido. Hay un proverbio que circula por ahí y que nos dice que le aprovechemos, que es el único recurso verdaderamente no renovable.



Pero lo cierto es que a veces se nos escapa, después de años esperando un cambio, después de años llamando a las puertas de nuestros representantes, que saben sobradamente las cosas que nos preocupan, lo que necesitan las gentes que viven en tantos pequeños pueblos. En ese viaje a través de los años, uno se encuentra con mil historias que nacieron, algunas con gran pomposidad, en las últimas décadas del pasado siglo y que fueron cayendo en el olvido o desapareciendo a medida que pasaban los años. Nuestro diario nos contaba hace unos días el nuevo proyecto que lleva por título "La Convención de Territorios de Montaña", un proyecto de trabajo hasta el 2015 promovido por la asociación "Euromountain". Y por todo lo que se debatió en el mismo, se puede deducir que nada saldrá de allí que resuelva y mitigue el apagón de estas comarcas. La situación problemática de sus habitantes, que es lo que ahora se quiere remediar, es una situación común a muchos pueblos y la Carta Española de las Montañas que se presentará como borrador ante el Consejo de Ministros es una carta que debió escribirse mucho tiempo atrás y que parece haberse extraviado por el camino...

La idea es buena. Siempre es bueno recapacitar, dialogar, mostrar la situación que padecemos.  Es bueno que Cervera de Pisuerga haya servido como sede. Son buenas palabras. Son encuentros amenos. Son proyectos importantes. Pero mirando lo que ha quedado atrás inservible y, en unos momentos delicados para tantas personas, el asunto llega con retraso y no parece que pueda regenerarse tan fácilmente, porque las causas son mucho más profundas que todos esos manifiestos. No entiendo qué es lo que pintan todos esos Diputados elegidos y pagados por el respetable que no lo vieron antes, o que no se hicieron eco de las razones que llevaron a la desaparición de muchos pueblos. No entiendo por qué nos empeñamos en ver pasar la historia sin ponerle remedio a tiempo a las heridas.

Imagen: FdL

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03 noviembre 2012

La Feria del Caballo en Pernía
noviembre 03, 20120 Comments

A primera hora de la mañana las yeguadas comenzaron a entrar en la campa del Ferial de la localidad, para ser admiradas por los vecinos y visitantes. Una gran cita con el animal de la raza hispano-bretón que congregó a muchos curiosos y aficionados al mundo de los equinos en la capital de La Pernía.

Reportaje fotográfico de @ Pumar59
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02 noviembre 2012

La caza del Oso
noviembre 02, 20120 Comments

Por Mariano de Rueda

Yo no conozco la montaña mas que a través de los montañeses. Por la montaña he pasado lo mismo que por los Pirineos y los Alpes, asomado a la ventanilla. Un día estuve también en "la venta del Horquero"; comí pan y queso y ví desde allí los Picos de Europa. Allí, y en el camino, también conversé con esos castellanos montañeses, que son los que me han contado cosas de la montaña, y volvieron a describirme paisajes y pueblos con ese entusiasmo y encomio que les es peculiar.¡Si viera usted amanecer en Saja!....¿Conoce la carretera de Potes?.....¿Y Santillana del Mar? ¿Tampoco?....Yo no conozco de la montaña más que a algún montañes que otro. Bien sé que con lo que yo he visto de la montaña, algún cronista al uso no tendría inconveniente en descubrir la montaña a los propios montañeses. Yo soy más honrado, aunque menos cronista. Mas, a pesar de mi confesión, que exculpa todo error, no por eso he dejado de forjarme una montaña con los colores y los elementos que me dieron los montañeses. Entre estos elementos hay uno que los preside, y es que en aquellos montes vive "el oso" (así, en sigular). Siempre que he oído mentarle, ha sido de ese modo. Para un buen montañés (gente voraz, entre otras virtudes), no hay duda de que en aquellos picos existe un oso; mas no se atreve a ponerle en plural, porque no esta seguro de que haya más de "uno". El oso juega un papel en toda narración montañesa. Él justifica la desaparición del ternero o del potro para el guardador de "la vecera". La leyenda de serenidad, para el que cuenta que pasó cerca de él y que siguió sentado. Del otro, que recuerda que un tío suyo, buen cazador, saliendo de caza todos los días de su vida, le llegó a ver de lejos dos veces, y una de ellas le disparó tan certeramente, que todos pudieron comprobar las manchas de sangre que dejara en su rastro, rastro que se perdió entre las matas... Mas nadie duda, en los contornos, aunque no se comprobara de un modo cierto, que su tío mató uno de los famosos "osos de la montaña". Hasta hoy creí que los osos eran una brillante hipótesis de los montañeses. Desde hoy ya creo en su realidad, y por creerlo, lamento lo sucedido. El caso es que José María de Cossío, con la hospitalidad que es proverbial en él, invita a pasar unos días en la casona de Tudanca a unos cazadores de Valladolid. José María no es hombre que se de en retazos, sino que es de los que se niegan o de los que se entregan, y en este caso, como en todos en que abre las puertas de su viejo solar, no es para regatear nada al que concede el honor de recibirle.Qerrían estos cazadores saturarse de monte, y a buen seguro que les pondría a sus órdenes los mejores hombres montaraces del contorno. Quizá en la primera velada los cazadores le preguntarían si era cierto lo que se contaba, que por "aquellos montes andaba alguna vez el oso", y José María (le conozco), herido por esa duda, daría órdenes expresas a los acompañantes de que buscaran "el oso" donde se hallara, para que ya, desde esa fecha, nadie dudara de su existencia. En efecto -¡a cuánto llegó la hospitalidad de Cossío!-; estos cazadores han matado no un oso -que esto pudiera ser perdonable-, sino "una osa". Al leer la noticia, lo primero que me pregunté fue: "¿Habrá otra?..." Si no hay otra -yo lo sigo dudando-, José María ha contribuído con su extremada hospitalidad a desdibujar algo que había grande y misterioso en el paisaje de su montaña, que era la posibilidad de que, pasando años y años en aquellos montes, conseguir ver a lo lejos la silueta cansina del oso.Para mí ha sido una mala noticia.Hay que conservar las cosas tal y como son, o como noslas figuramos, aunque así no sean. La falta para siempre de algo que les era como esencial, se asemeja a la muerte. El día que se corra la voz de que por la desaparición de esa prolífica osa -que quizá iba a ser la madre de todos los osos que pudiéramos ver en quince o veinte años-, ya no hay osos, el paisaje montañés deja de ser lo que era. Algún día dije que era cosa de que los Concejos contribuyeran por turno a ofrecer una víctima al rey de aquellos montes o recoger alguno y prepararle una vivienda, a semejanza de los "osos pensionistas de Berna." Todo, menos que desaparezca con ellos una tradición de valor y un pretexto a la truhanería pastoril... todo hace falta.Yo confío en que José María enmendara su falta, y si llega a percatarse que por él -por un alarde de generosidad- no quedan osos, a buen seguro que el primer húngaro que pase por aquellas tierras halla en el "señor de la Casona" un buen Mecenas.

Hemeroteca "Diario Palentino",
martes 28 de diciembre de 1926


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27 octubre 2012

Sonidos de Otoño
octubre 27, 20120 Comments



"El Otoño ha dejado ya sin hojas los álamos del río" -escribió en 1920 García Lorca. Me duelen las entrañas de esta tierra tan nuestra que ahora en Otoño queda sola, como si una mano misteriosa corriera un velo sobre ella. Me afectan las palabras del poeta granadino y si las cito aquí es porque, comprendo cuando dice:


"Sobre el paisaje viejo y el
togar humeante
quiero lanzar mi grito,
sollozando de mi
como el gusano desplaza su destino".


De esta montaña nuestra, escribió Juan Carlos Mancebo hace unos años: "Quienes hemos saboreado del refugio de esta rinconada palentina, sabemos de caminos, que nos brindan veredas que se quedan atrás vestidas de crepúsculo vespertino, de alba, de lluvia, de lo que mande el cielo ... ". Y Carlos Urueña: "Estoy en Aguilar, entre el ensueño del Pisuerga que en rocas campea ... ". "¡Tocar!, ¡tocar! ¡Poner profundos silencios!" -escribió mi amigo, el poeta y profesor Manolo Bores.

Cuando llego a Velilla y entro en la carretera de montaña, el Otoño penetra por la ventanilla, salpicando de sensaciones nuevas a Carlos del Río, otro buen amigo que ha querido acompañarme y que va situándose en el lugar y en la estación a medida que avanzamos. En la casa rural de "Peñasalbas", en lo alto del pueblo de La Lastra, decidimos tomamos un respiro.

De Viaje al Otoño, publicado en la sección "La colmena" en 1997. 
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Reportaje fotográfico de @ Pumar59
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