ORÍGENES

09 marzo 1997

Blandas promesas
marzo 09, 19970 Comments

Cuando Pablo Genovés y Javier Prieto llegaron en bicicleta al norte de Palencia, para poner sobre el tapete de la escuela a nuestra Tierra, no quise adentrarme en la lectura de su trabajo. Recordé las palabras de Tenesse Willians, famoso autor teatral, quien declaró en cierta ocasión a un periodista que no leía nada de teatro contemporáneo porque, una de dos, o eran obras malas y no valía la pena leerlas, o eran muy buenas y corría el riesgo de caer bajo su influencia.


En un principio las archivé como hago con tantas historias que se escriben sobre el norte de la provincia, para recrearme posteriormente con su lectura y recorrer la montaña bajo el influjo de tantos y tantos como hablaron de ella, despreciando las premisas de aquel autor famoso. Cierto es que, al contrario, después de haberme mostrado abiertamente a su favor, conocedor del contorno en el que vi la luz primera, he sido ignorado en todos los proyectos que los organismos y entidades palentinas han llevado a cabo. “Lo que tú escribes, además de polémico –me contestó en cierta ocasión un directivo–, es muy similar a lo que ya escribieron otros antes”. Y estas palabras debieran hacer reflexionar al crítico porque el hecho de que, sin haber leído a mis antepasados, piense lo mismo que ellos, mayor motivo debe ser para que quienes lo saben asimilen nuestro pensamiento y procedan en consecuencia a satisfacernos.

Porque mucho más que la rica historia en la que se fundamenta y crece, nos ha preocupado siempre la marginación en la que vive. Hombres y mujeres de diferente condición y tendencia han hecho oír su voz a través de Asociaciones, con protestas y proyectos, dependiendo del momento, todo en base a negar el progresivo debilitamiento del mundo rural.

No cabe duda que, en el caso de la Montaña Palentina, se han abierto en los últimos tiempos expectativas generosas con el Turismo, pero eso no es suficiente. Es necesario, yo diría que urgente, que los proyectos de infraestructura que ahora mismo se dilucidan, nos alcancen para que podamos hablar sin miedo de futuro.

En las últimas estadísticas vemos como el censo de Palencia ha seguido bajando y, las zonas más debilitadas, donde más se acusa la emigración, vuelven a ser los pueblos más alejados, (sirva el dato reciente del censo actual que presenta Barruelo de Santullán), cuestión que de olvidarse acabará con ellos a la vuelta de las próximas décadas.

Ángel Capdevilla, al asumir el cargo de Gobernador Civil, en 1994, y en una entrevista realizada para un medio de comunicación, aseguraba convencido: “Palencia, dentro del conjunto de Castilla y León, es una provincia con un futuro muy esperanzador”.

Ahora bien –disculpando su reciente incorporación al cargo al hacer estas declaraciones–, yo me pregunto, ¿a qué Palencia se refería el mandatario?¿Hay dos Palencias?. Yo creo que no, pero se lo pregunto a quienes ostentan algún tipo de cargo, para que desmientan este perezoso pensamiento que hoy me guía.

La lejanía de quienes nos representan es aún mayor, si cabe, que la propia distancia que nos separa de la capital. Durante años, a nuestros gobernantes se les ha helado la miel de las promesas en la boca y sólo en actos muy contados y partidistas, han venido, han visto y se han vaciado de exclamaciones donde todo hablaba de caminos de rosas y proyectos fecundos.

Promesas que en raras ocasiones han cumplido, o que han cumplido cuando ya la piel de estos parajes estaba más que reseca y lacia. Por nuestra parte, nos hemos consolado como se han consolado los vecinos del norte de Burgos. Hace unos días, cuando la Cadena Ser llegó a San Salvador de Cantamuga preguntando por los inviernos, los que hablaron dijeron que estaban bien, que sólo habían estado cerrados unas horas, como olvidándose ya de los inviernos en los que pasamos diez días incomunicados, con el parto complicado de una mujer en Lores, salvada de milagro en las últimas horas, mientras las máquinas quitanieves se dirigían al Parador “Fuentes Carrionas” para dar paso a una comitiva que venía a celebrar la boda de la hija de un alto cargo. Y me extraña que no recuerden los inviernos que todavía hoy pasan algunas zonas cercanas a ellos, como la Castillería. Me repito en las historias porque ya me rebelé en su día contra las mentiras de aquellos que tanto te adulaban y que luego dejaban que te hundieras. Y eso también lo han olvidado algunos de mis paisanos, que se encuentran ante la disyuntiva de elegir dos caminos: que las autoridades locales y provinciales se hagan cargo de todo, incluso que cometan errores, pero que nadie les moleste o, hablar, patalear, quejarse con las pocas garantías que da el ser escuchado ante el escaso número de personas que están dispuestos a presionar para que se resuelvan algunos de esos viejos problemas.

Afortunadamente, quienes se van sumando a este último grupo, que cada día es mayor, entienden que su voz es importante y como consecuencia de ello actúan, realizando convocatorias, uniéndose Ayuntamientos, embarcándose en la Cooperativa que lleve lejos la carne de Cervera y su comarca, buscando una solución o una alternativa a la crisis de la minería; en definitiva, actuaciones todas ellas que vienen a desmentir ese individualismo con el que se nos identifica. Porque, si todas las historias que se cuentan , no llevan implícito el cumplimiento de tantas promesas como se nos dieron, de nada servirá mañana todo lo que con tanto esfuerzo nos legaron los hombres y mujeres de esta Tierra.

Imagen: José Luis Estalayo, Mudá.

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23 febrero 1997

La sombra del censor
febrero 23, 1997 10 Comments

Durante estos meses de silencio, muchas veces he pensado en cerrar el cuaderno y así se lo he expuesto a quienes por una u otra razón esperaban mis comentarios. He de confesar –antes de entrar de lleno en esta nueva serie–, que la prensa palentina me ha dado una oportunidad que creo haber aprovechado correctamente, poniendo sobre el tapete historias de nuestra montaña.

De la serie "Vuelta a los Orígenes"

Por otro lado, cada vez que me siento ante el papel en blanco para tratar de poner en orden muchos de los mensajes recibidos, vuelvo a mi estado natural: me concentro, como los deportistas, me tranquilizo como el artista que, a medida que la obra avanza, se va metiendo en el papel, se va sintiendo más seguro; como el pintor al que encargan un cuadro con motivos que domina. Dejo el síndrome y vuelvo a ser yo mismo, buscando la manera más acertada de transmitirles tantas impresiones.

Ello es sencillo y divertido, porque a lomos del recuerdo te sumerges en el mundo de tu niñez, en la historia de tus mayores; recorres los caminos de siempre hallando en cada paso un nuevo estímulo, como una nueva fuente de inspiración. Este ejercicio, aunque se repita miles de veces a lo largo de tu vida, nunca te cansa. Es como asomarte a una ventana y contemplar tu sueño de siempre hecho realidad. “Aquí no hay nada” –insisten tus paisanos–. Pero tú, que vienes amedrantado por los tiros, oculto en una mascarilla por el humo, con el disfraz de mil discusiones en las que no pudiste tomar parte por miedo, tienes aquí todo lo que un ser humano necesita para valorarse y entenderse. Sólo cuando te adentras en el latido diario, te sacudes la idea de la belleza total, de lo absoluto, al darte de bruces en este marco de belleza infinita con los asuntos cotidianos que aquí les atan, que aquí les merman tanto.

De una tierra con dialecto de bombas, a la que te sientes ligado por la familia que ha nacido en ella, por los amigos, por las gentes de tantos pueblos españoles que amanecen con la confusión de no pertenecer a ningún sitio –hasta ese extremo posesivo que ellos piensan–, vuelves a encontrarte con tus propias raíces y encuentras una losa de hielo cada vez más grande, una distancia cada día más insalvable, un pueblo que nunca comprenderá lo suficiente el empeño de tus palabras. Aquí bulle un poco ese pensamiento incorregible de que te has ido y de que perteneces a otra historia, pero no es verdad y me preocupan esas mordazas que parecen ofrecerse gratuitas entre ellos y hacia nosotros.

Un miembro de la Asociación “Norte Palentino”, me contaba que el médico había dejado de hablarle de la noche a la mañana. Al parecer, el encargado de denunciar todos los asuntos relacionados con este tema en el Consejo de Salud, había censurado ciertas posturas en algunos casos muy concretos que ocurrieron en la zona norte. Por alguna razón el informe había transcendido a la Prensa y el médico afectado les censuraba días más tarde: ¿por qué no me habéis dicho nada a mí de lo que ibais a poner en el periódico?

Hace un año, el secretario del Ayuntamiento de la Pernía me entregaba un sobre para que hiciese un comentario sobre la Feria de San Bernardo, y otro empleado que había dentro exclamaba: “Si escribe algo ése de la Feria, le denuncio”. Pues, he aquí que, estos casos de evidente desprecio son ceniza comparados con otros que recientemente me contaron. Ciertos representantes del Ayuntamiento de Guardo le sugirieron al corresponsal que antes de enviar sus escritos al periódico se lo pasaran a ellos para “corregirlo” y así evitar errores. “Ven más dos ojos que uno” –le dijeron–. Sucede que, entre tanta gente estupenda, siempre anidan mezquinos que enturbian todos los mensajes, que le dan la vuelta a todos los signos, que son capaces de quemar su propio nido para no dejar huella; espías de todos los partidos y, además, por su posición social privilegiada, por su dinero, temidos y respetados hasta después de muertos…

Pero no tendría sentido regresar a estas páginas obcecado en buscar una justificación o una respuesta a actuaciones que no la tienen.

Vengo para hablarles del corazón de aquellas otras que al alba se detienen junto al surco y avivan todos esos sentimientos dormidos durante nuestra ausencia.

Es verdad que son historias románticas, con un cierto poso de añoranza: ríos y arroyos cristalinos, verdes prados, veredas con olor a oso pardo, las eras donde se hacía la faena de la trilla en el verano, el campo blanco de rocío a la mañana, los frutos de la huerta, la memoria de la gente…

Esa es la Tierra que me espera. Esa es la Tierra a la que busco. Esa es una de las historias que merece la pena ser contada, que Palencia la mencione, que la provincia la conozca; que se conjugue la leyenda en la que un Conde, ciego de celos, encuentre la respuesta milagrosa de la Providencia.

El camino es muy largo y ha de recorrerse precavido, pero con pleno convencimiento, borrando poco a poco la sombra del censor que aún aflora a lo largo y ancho de nuestra montaña palentina.

© Froilán de Lózar – Diario Palentino 

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23 diciembre 1996

Francisco Llorente
diciembre 23, 19960 Comments

"Emigré para hacer fortuna"

+Francisco Llorente [ Empresario]

Francisco Llorente emigró a México a la edad de 31 años y hace casi medio siglo que se estableció en el valle descubierto por Cortés, antes conocido como «el lugar del aire más transparente del mundo». «Ahora es el peor», dice este perniano que ama México, pero añora tanto la montaña palentina . Para Francisco empezó la guerra civil a los 18 años y duró una década. Combatió en el bando de los perdedores -aunque reconoce que todos perdieron-. Sufrió el desprecio político y social de un entorno que le obligó a emigrar a los 31 años. Dos tíos que residían en México le buscan un trabajo y forman allá su hogar manteniendo siempre vivo su profundo palentinismo. Quizá uno de sus secretos mejor guardados era la idea de levantar un Parador en el Camino Real. Se elabora un proyecto, depositan un fondo y de regreso a Méjico se corre la voz en el pueblo de que alguien pretende hacer allí un palacio, los dueños de las fincas empiezan a soñar con cantidades astronómicas y así la historia, donde se asoma de costado la ilusión por el futuro de esta tierra, se viene abajo y se disuelve. Ahora, a 3.000 kilómetros de Chiapas, en una ciudad donde no hay invierno, donde a cualquier lugar que te dirijas rozas los 3.000 metros, a las faldas del humeante y travieso Popocatépetl, cuyas gentes se ven evacuadas de cuando en cuando para aplacar las iras del volcán, vuelve Francisco cuando aquí ya comienza el otoño y se palpa el invierno. Francisco lo pasó mal, lo reconoce, confiesa haber tenido miedo a volver pobre, pero regresa porque la vida pasa y la gente pasa con ella, y sobre el horizonte queda un pueblo, y una lumbre que arde, y un fuego incandescente que habla del amor hacia una tierra.



Froilán De Lózar | SAN SALVADOR DE CANTAMUGA

¿Quién le señaló a usted México como destino?
Tenía allí dos tíos y como aquí me hacían la vida imposible, tuve muchos problemas familiares y políticos, me fui a México. Fui con la idea de hacer fortuna, porque me daba vergüenza regresar a mi pueblo, pero la primera impresión fue tan tremenda, que si hubiera tenido un pasaje para volver, hubiera vuelto.

México impresiona, ¿no?
Mira, 28 Estados, tres territorios y un distrito federal... ¡Fíjate la cantidad de Españas que caben! Yo lo que sé de México es por que lo he vivido. Los mejores estados agrarios son Sonora y Sinaloa, y otros, como Hidalgo, son célebres por su plata, alguna mina de oro y cobre. El sistema de trabajo es similar al nuestro, con las mismas incertidumbres y peligros, pero casi todas las minas las abandonaron porque se consideran agotadas...

¿Se siente muy vinculado a España?
No sólo vinculados, que lo estamos, sino también cooperadores con España, defendiendo su historia. La mayoría de los españoles que nos quedamos en el país, hemos hecho familia y estamos allí viviendo. Sólamente regresó un 5% cuando Franco botó un barco para que regresaran.

¿Tiene contactos con palentinos que emigraron?
Acaba de morir hace unos meres Jesús Duque, primo de Duque, el de Areños, que tiene una hermana en Aguilar de Campóo. Era un elemento' muy español. Lo conocí en un hotel, porque un día me dijeron: 'Hay aquí uno de tu pueblo¡ '¿Por qué saben que es de mi pueblo', -les pregunté. Porque nos ha dicho que era de un pueblo próximo a Cervera'. Residía en Acapulco y tenía una cadena de zapaterías. Nada más le vi bajar por las escaleras ya sabía que era él. Ha muerto a los noventa años, estando yo aquí ya, y ha dejado mucha familia, hijos todos de carrera: ingenieros, médicos... También he tenido contacto con personas de Casavegas, hijos de Pedro García, los 'Labrador', de Lores y Nicolás, del Campo.

¿Existen muchos centros para contactar?
Todos los españoles que llegan, van al Centro Asturiano. Este centro y el Gallego son los que mejor funcionan. El día de Covadonga se cierra todo el comercio español, hacen desfiles y programas donde se ponen de manifiesto bailes y tradiciones de estos pueblos. Luego está el Círculo Montañés y el Casino Español. De Castilla y León.

¿Qué recuerda de su juventud?
-Estuve poco tiempo aquí, en el pueblo. Estudié en los Maristas de Carrión y me pilló la guerra en Madrid Me acuerdo mucho de las fiestas que se organizaban, cuando se pedían los derechos a los que se casaban...

¿Necesita respirar todos los años el aire de la montaña?
-Me siento muy ligado. Tengo un negocio de madera en México, que ahora atiende un sobrino, lo que me permite trabajar y vivir un poquito...


Sección: "Protagonistas de la montaña palentina"

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16 diciembre 1996

Agustín Fernández Merino
diciembre 16, 19960 Comments

«El turismo es una buena opción siempre que no se masifique»

+Agustín Fernández Merino [investigador]


Este perniano vive en Zarzalejos, cerca de El Escorial lo que le permite ahondar en la investigación. Agustín Fernández ha pasado recientemente por siete programas de televisión, uno de ellos "Fuerzas ocultas" con temas de Alquimia, sobre licores y todo lo relacionado con la Biblioteca de El Escorial.
Agustín nació en el pueblín de Lores, el mismo que reza la canción. Estudió el bachiller en Salamanca y Leganés y realizó las carrera de Filosofía y Teología en Salamanca y El Escorial. Es también licenciado en Ciencias por la Universidad Complutense. Ha publicado Un Catálogo de Impresos Gráficos de la Biblioteca del Escorial, una de las bibliotecas más viejas del mundo y casi desconocida. Cuando se celebró el centenario del francés Prust, estuvo en Segovia con su buen amigo Felipe Calvo, a quien admiraba. En una edición del programa 1, 2, 3 sacó a relucir el asunto de la Milenrama (Archillea millefolium), conocida planta medicinal que tanto embellece el jardín farmacológico perniano, de la que afirma: «Es uno de los ingredientes de uno de mis licores preferidos, conocido como delicuescencias de San Posidio». Ahora trabaja en una ambiciosa obra, «El Tesoro de los remedios secretos» de Conrad Gesner. Se trata de la biografía y el estudio de la obra de Gesner, uno de los grandes genios del Renacimiento, casi desconocido en el mundo de habla hispana; padre de la farmacología, autor de la primera enciclopedia del mundo, que tenía por todo arma un huerto de plantas medicinales y un libro de fósiles...



Froilán De Lózar | LORES


-¿ Es cierto que nuestra tierra es abundante en muchas de las cosas que usted investiga?
-La tierra se formó hace 4500 millones de años. La vida apareció en torno a los 3000. A partir de los 600 millones de años, son muy conocidos los fósiles... Esta tierra es muy abundante en fósiles del carbonífero.

-Su vínculo con la montaña le ayuda a escribir después un libro de licores, o eso tiene otra lectura diferente?
-La montaña me ayuda mucho porque aquì está la materia prima. Aquí encuentras los fósiles silvestres, las raíces, las plantas que van a dar color, olor y sabor a los licores. Aquì abunda la frambuesa, el tè, la manzanilla; plantas y frutos que son bien conocidos como las moras, el endrino, la amaílla, los arráspanos, las grosellas, fresa del bosque, escaramujos, mora de la reina...

-Dejemos por un momento los asuntos relacionados con la investigación y dígame, ¿cree que el futuro de este pueblo ha de pasar por el turismo?
-Puede ser una buena opción, siempre que no se masifique.

-¿No le parece un contrasentido?
-Bueno, tiene que venir una cantidad significativa para que la gente pueda vivir. Esta zona, para la tercera edad, ofrece rutas y caminos ideales, con muy poca pendiente. Y hay una cosa muy clara: ¿para qué queremos este paisaje espléndido sí no lo ve nadie. Por otra lado, la gente se está sensibilizando con el respeto al medio ambiente.

-¿Tiene sentido aferrarse tanto a las raíces?
-Es un sentido relativo. Es uno de los puntos de mira del hombre: Hay que mirar al futuro, pero también hay que mirar al pasado.

-A usted le apasionan las cuevas, ¿hay muchas por aquí?
-Si, la cueva del Neredo tiene huesos incrustados en la roca... Otra cueva singular es la de Los Ratones, que tiene una hstoria muy curiosa. Aquí se decía que, uno dejaba de ser niño cuando ya no podía pasar por ella.

Las leyendas de las cuevas del entorno constituyen una de las principales inquietudes y aficiones de Agustín, "Cuando nosotros descubrirnos la Cueva del Neredo, se contaba que un sacerdote habìa entrado con un brazo de velas y como se le agotaron no pudo llegar hasta el final», recuerda.

Este profesor del norte de Palencia rememora también otra leyenda que, según asegura, no ha sido publicada en ningún sitio y que puede resultar curiosa para la gente. Agustín relata que existía la creencia de que en esa cueva estaba enterrada una caldera de cobre llena de oro. Tomaron la leyenda al pie de la letra y decidieron buscarla. La bóveda de la cueva es de caliza y la parte baja es de tierra. Varios vecinos del pueblo estuvieron cavando y sacando tierra durante bastante tiempo. Hicieron un pozo y una galería, colocaron mamposterìa -como se hace en las minas-, hasta que, cansados de cavar, sin rastro de la caldera, buscaron los servicios de una adivinadora de Santander. Para acceder a la Cueva hay que subir una pendiente muy empinada, que resultó demasiado fuerte para las piernas de la adivina, por lo que tuvieron que subirla en brazos desde la orilla del río. Cuando se acercaron con la adivina a lo alto de la cueva y la preguntaron por el lugar donde debían cavar para encontrar la caldera, la adivina, tras una inspección, dijo que en aquella cueva no había nada de oro. Enojados, los que la llevaban, estuvieron a punto de tirarla por el pozo. Tras esta decisión, un mito más quedaba roto», afirma.

Resumen de la entrevista publicada en el Norte de Castilla a finales del pasado siglo
Sección: "Protagonistas de la montaña palentina"

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09 diciembre 1996

Froilán Barahona
diciembre 09, 19960 Comments

Hacia 1956 comenzó a pasar por aquí la máquina quitanieves de Santander.

Froilán Barahona [Amo de casa]

  Froilán Barahona ha vivido siempre en Piedrasluengas, desde que nació el 17 de julio de 1941, entre la niebla del puerto que da vista a los Picos de Europa y el deje lebaniego, que le imprime el contacto con las gentes de Cantabria. Desciende de los Barahona, familias de Pesaguero y Liébana, pero se siente palentino. Nuestro protagonista no tiene más oficio que el de la cocina y las labores de la casa. La sala del comedor es baja, iluminada gracias a una claraboya que sale del tejado.
Las paredes están repletas de cuadros y fotos, como la realizada desde el Cueto por Ignacio Reyero, el cartero de Cervera. La última adquisición es una postal que firma un estudio de Cervera, tomada desde Camasobres, donde se observa a seis yeguas paciendo plácidamente y, al fondo, las Peñas de la Hoz y el Peñalabra. En esta casa heredada de su abuelo Raimundo, nació y vive Froilán Barahona, con su madre y tres tíos carnales. La niebla, la lumbre encendida y el puchero de legumbres es su pan de cada día, la norma que rige cada casa del último pueblo de Palencia. El panadero sube dos veces por semana y el pescadero, una. Lo que falte, deben comprarlo en Cervera de Pisuerga, cogiendo los jueves el autobús de Duque. Frente al silencio de los administradores, tres ganaderos luchan en aquellos terrenos tan irregulares al comienzo del verano, cuando casi han enmudecido los dalles y los carros. Saben que al invierno no se lo come el lobo y muy cerca queda la experiencia y la huella de un tal Valentía Trueba, que fue como el mentor de una comarca tan desamparada durante siglos, con un pleito de tantos años atrás perdido y unos hombres que se niegan a abandonar este terruño. La esperanza es lo último que se pierde y el tiempo puede hacerles testigos de un esplendor que ahora parece un sueño. Si la suerte acompaña y el gobierno de la Región lo quiere, rincones como Piedrasluengas servirán de despegue a un turismo todavía bajo mínimos y hombres como Froilán Barahona serán fieles testigos.


Froilán de Lózar | PIEDRASLUENGAS

-Hacía tiempo que no visitaba Piedrasluengas. ¿Ha cambiado algo en este pueblo?
-Algo sí. Hay luz, se han asfaltado las calles, tenemos teléfono individual desde hace año v medio y en muchas casas como ésta tenemos calefacción, bien de gas-oíl, bien de leña.

-Hoy en la calle luce un día espléndido, y, sin embargo, veo que tiene encendida la lumbre...
-La lumbre, a diario. El clima es duro, la mayor parte del año amanece nublado, lo que impide una buena vista de los Picos de Europa...

-¿Todavía siembra la huerta?
-Con un poco de todo: patatas, berzas, lechugas, cebollas...

-Piedrasluengas es el último pueblo de Palencia, camino de Potes. ¿Cuántos vecinos viven aquí durante todo el año?
-Lo he conocido con 75 habitantes, catorce vecinos. Ahora quedamos cuatro. Es verdad que en verano se abren nueve casas.

-¿La cercanía con Cantabria es peligrosa o es un as en la manga?
-De allá no esperamos nada, lo digo como lo siento. Ventajas no tenemos, porque Cantabria tiene clima, pero no tiene suelo...

-Entonces, Palencia está siempre en sus oraciones...
-Desde luego, yo me siento palentino. El Último pueblo, pero de Palencia... No sé los otros...

-¿Pero no puede negar influencias de los Cántabros...
-Hombre, no. Mucha gente dice que tiramos hacia ellos en el habla. Hemos mantenido muchos contactos. Mi familia, por ejemplo, descendía de Pesaguero y Liébana y, debido a ello y al roce habitual con nuestros vecinos, siempre influyó ese deje.

-El verano es alegría, siempre acompañados...
-Aquí se detiene mucha gente para ver el paisaje. Ahora mismo, si nos asomamos al collado, seguramente que hay diez coches y un autocar parados...

-Pero el invierno es muy duro, ¿qué recuerdos le depara a usted esta estación del año?
-Este año estuvo cerrada la carretera cuatro dìas. Recuerdo que, cuando tenía diez años y nevaba mucho, abríamos la carretera a pala.
Hacia 1956 comenzó a pasar por aquí la máquina quitanieves de Santander. Dos años más tarde, Palencia adquiría una máquina y desde entonces el invierno parece menos crudo, porque yo recuerdo, cuando tenía diez años, que los ayuntamientos de Polaciones, Liébana y La Pernía llamaban a huebra paro abrir la carretera a pala...


Sección: "Protagonistas de la montaña palentina, 09 Dic 1996"

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