Aunque no creo que opinar sobre la situación que se padece arregle nada, no voy a lamentarme ahora que los responsables de este diario me han designado este rincón tan importante de la segunda página. Aunque publicitariamente y, según todas las encuestas, la página estrella, lo que más da de lleno a los ojos es la tercera, de la que procedemos.
Me fui unos días porque otras obligaciones me llamaban y quiero agradecer los emails de esos lectores incondicionales que me siguen, que me piden que vuelva, que quieren verme en la batalla, como si fuera un montañés llamado a guerrear a perpetuidad por el estado de las carreteras, por la promoción de nuestra tierra, por ese acuerdo sanitario con el hospital Tres Mares de Reinosa al que, increíblemente, ponen condiciones; por esa sombra alargada y temible de la despoblación. Vengo de enterrar a mi padre y no puedo por menos de pensar que una gran parte de las personas que habitan estos pueblos son octogenarios, lo que obligatoriamente nos lleva a deducir que la sombra es más alargada de lo que parece. ¿Saben cuántas personas han quedado este invierno en Polentinos, un pueblo que es ayuntamiento? 13. ¿Y en Celada de Roblecedo, un pueblo que tuvo ocho bocas de mina y llegó a los 400 habitantes? Otro tanto. ¿Y cuentos viven en Lores ahora mismo? 13
¿Y en San Salvador, donde se encuentra el ayuntamiento? 100, más o menos. Y en otros, como El Campo, este invierno, ninguno.
Sé la importancia que tiene sentarse aquí en esta tribuna y contarles a ustedes estas cosas que tanto me preocupan. No son cifras al viento. No es hablar por hablar para que luego, al cerrar el periódico, todo de quede en nada. Escribo con la esperanza de remover conciencias, a mí no me importa de qué partido sean ustedes, me importa que todo eso que nos preocupa de verdad a los ciudadanos que nos preocupa, no les preocupe a ustedes. Vamos a plantarle cara a esto, coño. Ahora. No lo dejen para más tarde.
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