Avelino, un emigrante en la ciudad condal, unos años mayor que yo, me va recordando cosas cuando nos encontramos en verano. Cosas, algunas, muy curiosas, que no sé si llegaron a los cronistas de la época o si se escribieron en alguna parte donde pueda contarse luego. Me cuenta que una de las últimas reformas que se llevó a cabo en nuestra iglesia, se consiguió gracias a la colaboración de todo el pueblo.
Yo tenía un vago recuerdo de las obras que se ejecutaron en esta colegiata de bello porte externo, cuyo interior renace al descubrirse la piedra, cuando en el frente lucía un retablo y el sacerdote oficiaba de espaldas a los feligreses.
Avelino lo recuerda perfectamente y recuerda que el cura se llamaba don Teodoro, y que mandaba cartas a los que estaban fuera, para pedirles una aportación. Así les llegaba la carta a quienes trabajaban en los Pinos en el País Vasco o a quienes emigraron a Suiza o Alemania. El hijo mayor de Abilio Iglesias, me recuerda que llegaron canteros lebaniegos para llevar a cabo la obra y que se quedaban de posada en casa de Asunción, la mujer del herrero.
No es de extrañar que vinieran canteros de aquella parte, que tan buena reputación tuvieron siempre y cuyos trabajos se recuerdan con orgullo en otras localidades palentinas. Así, por ejemplo, las bóvedas de la iglesia de Santa Ana, de Herrera de Pisuerga, que se finalizan hacia 1425, son obra de canteros lebaniegos. La torre, que se edificó dos siglos más tarde será realizada por los canteros Andrés de Carandil y Andrés Prieto, de la merindad cántabra de Trasmiera, quienes utilizaron piedra de las canteras de Becerril del Carpio y Villaescusa de Ecla.
La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de Villamelendro, es obra del maestro cantero cántabro Juan de la Cuesta que firma también en Capillas, Osorno, Fuentes de Nava y Carrión de los Condes.
Las cosas tienen la importancia que les queramos dar. Yo agradezco que los paisanos me recuerden historias, pues, por más que investigues, por más que busques, siempre hay datos que no trascendieron y sabemos que sirven para conocer mejor la pequeña historia de cada pueblo.
Imagen: José L Estalayo
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