No todos sienten igual la llamada de la Tierra. No es que la tierra en la que nacieron y vivieron los nuestros, vaya a librarnos de tantas batallas como debemos traducir, para mantener esa veleta que es la vida de cada uno...
Y si acertamos en ese intempestivo acto de decir adiós a todo lo que somos, porque al marchar se queda allí todo lo que fuimos, todo lo que nos fue forjando; las gentes a las que amamos, los caminos, los ríos, los montes; la casa, con tantas historias y recuerdos...
Es como cerrar de sopetón el libro que sabemos, en el que nos hemos fijado para andar un camino; es como nacer otra vez en un país lejano, donde se vive de otro modo; es como llevarse el libro dentro de uno, y abrirlo allí, frente a otro cielo, y mostrarlo con encendido orgullo a los hijos para que prenda en ellos esa llama de la curiosidad, que a veces prende tanto que los lleva a volar desde lejanos sitios para impregnarse de esas raíces a las que tanto y de tal forma nos debemos.
De la serie "Vuelta a los orígenes", en Diario Palentino.
© Froilán de Lózar
© José Luis Estalayo
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