Hace unos meses tuve ocasión de visionar un video impresionante. El lugar: la Venta Morena. El protagonista, un videoaficionado, cuyo Land Rover se había quedado aprisionado a unos palmos de la primera casa, junto a un nevero inmenso.
Contarlo es fácil. Hay que ver trabajando a las máquinas quitanieves con toda la potencia, aunque a un ritmo demasiado lento como para llegar a ningún sitio a tiempo. No se puede hacer más.
La grabación, que a fuerza de insistir sobre la misma escena, llega a cansar un poco, es interesante para demostrar a nuestros perezosos gobernantes la situación que aquí se implanta en los meses de invierno. Ya cuentan a este respecto los más ancianos del lugar que, en este punto, se formaban neveros de hasta cinco metros que había que palear en tres cortes o alturas. Se sabe que un año el Puerto de Piedrasluengas estuvo cerrado todo el invierno. Obras Públicas pidió a los pueblos que salieran voluntarios para abrir el camino a pala. Varios camiones los recogieron en la Venta Campa y los llevaron hasta las Peñas de la Hoz, donde comenzaron a abrir hasta llegar al empalme de Polaciones. Ya en Piedrasluengas les dieron pan, escabeche enlatado y vino para reponer fuerzas. El responsable del camión quedó de acuerdo en subir a buscarles por la tarde, pero espera que te espera, allí no volvió nadie y no les quedó más remedio que regresar andando desde el empalme de Palencia. "Así nos lo pagaron".
Otra anécdota muy curiosa, como toda la vida que rodeó a este personaje, es la que cuentan de un invierno muy duro, cuando se corrió la noticia de que a Honorio se le quemaba la casa. Los vecinos, como pudieron, con mucha dificultad por el temporal de frio y los inmensos neveros, se pusieron en camino hacia el lugar y ya cuando estaban a punto de llegar a la casa, les vocearon para que se volvieran. Al parecer, la mujer había barrido la cocina y al arrimar la escoba a la lumbre, esta se había prendido, pasando el fuego a las tablas del suelo. Los de la casa, en un primer momento, veían humo y no sabia de dónde procedía.
Hay otras muchas historias sobre las que ya nos hemos pronunciado, que pudieran servir para aplacar la realidad feroz de los inviernos en estos apartados lugares de provincia, pero debemos insistir en la realidad para que se procure poner fin a ese aislamiento de semanas, con la disculpa siempre de los distintos departamentos de la Administración que rehúyen competencias para lavar así su imagen.
Convendría que todos aquellos que nos gobiernan, de quienes depende la ayuda necesaria, experimentasen en su carne el invierno, porque, frente a estos casos anecdóticos, se han vivido otros muchos dramáticos, donde la vida humana dependía de la llegada de las máquinas, de la responsabilidad y el aguante de los hombres que las manejaban en condiciones adversas, acaso también ignorados en buena medida por quienes les mandaban a la odisea.
@para Diario Palentino y Globedia
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