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Estampas de la montaña palentina

Por Luis de Oney

Todos los que conocemos la montaña palentina estamos de acuerdo en el fondo. Lo que pasa es que vivimos en una tierra donde el individuo es apático de nacimiento, acaso por la influencia del paisaje amplio de la meseta. La capital, que es donde han de surgir y pueden desarrollarse las campañas fomentadoras de iniciativas, está situada en la meseta. Por esto no se alcanza bien desde aquí el valor portentoso de la montaña ni acabamos de sacudir la apatía ambiente que nos impide cotizar ese valor.

Digo que estamos de acuerdo en el fondo cuantos conocimos la montaña palentina. Pero sólo hablamos unos pocos y se hace necesario que actúen muchos si queremos lograr un resultado feliz. Yo he dicho hace unos días que estoy dispuesto por mi parte a colaborar tercamente en esta labor de ensalzamiento de esa región norte tan meritísima y tan desconocida. Los periódicos de Palencia tienen abiertas sus columnas a toda campaña de esta índole. “El Norte de Castilla” ha ofrecido asimismo las suyas Pues habremos de imprimir a la actuación de todos un plan que coordine los esfuerzos para hacerlos fructíferos. Dos son los puntos fundamentales que debemos abordar. Uno, la propaganda de las cualidades extraordinarias que reviste la montaña palentina. Otro, vestir pueblos y aldeas, caminos y lugares, con las comodidades que el turista y el veraneante exigen. Hay rincones deliciosos con difíciles accesos. Hay verdaderos paraísos que no tienen una fuente a mano a pesar de brotar por todas partes riquísimos manantiales. Descubrir los parajes de soberana belleza y llamar la atención de ayuntamientos y particulares para que los vistan de esa comodidad –no refinada sino molesta pero indispensable– es lo que nos corresponde. Me atrevo a proponer que se forme una Liga que pudiéramos llamar de “Amigos de la Montaña” o de “Amigos de Palencia”. Esa agrupación constituida por elementos entusiastas, pudiera realizar una altísima y eficaz labor organizando excursiones, enalteciendo las bellezas del paisaje y de clima que atesora la montaña, acercando la capital a la sierra, interesando a los pueblos montañeses en esta campaña pro turismo que representa para ellos un interés tan positivo como ignorado. La montaña palentina es un venero, rico filón para la salud corporal de muchos, para el reposo espiritual de otros, para el reconfortamiento de todos los que acudan. Es también un festín de hermosura para los ojos y las almas que saben beber la maravilla de paisajes y horizontes, de hondonadas y picachos, de valles y cerros, de la soberana grandeza de los campos, de la purísima exaltación de los cielos. Sepamos cantar como poetas toda esa belleza, pero sepamos también como hombres prácticos –ya que por desgracia la vida tiene más de prosa que de poesía– explotar industriosamente lo mucho que hay de financiero en esa belleza de la montaña. ¿Interesa esta idea de “Amigos de Palencia”, o de “Amigos de la Montaña Palentina”. Pues a ello. Y una vez formada, actuar como verdaderos amigos, con entusiasmo y fervor extraordinarios. Para que no puedan decir luego los eternos aguafiestas: “¡Qué amigos tienes, Benito!”
"Diario Palentino". 28 de enero de 1930