Desde lejos, la idea de un hombre solo ocupando un pueblo, es una imagen insólita que cada vez asombra a menos gente. Porque solos estamos a lo largo de nuestra vida en muchas partes, en muchas situaciones y nadie nos hace una entrevista para recabar datos sobre esa soledad que nos consume, aunque estemos rodeados de gente.
Lo vemos en las ciudades. El metro abarrotado y en cada mano un móvil. La muchedumbre en soledad o el wasap para trasmitir historias que nos espabilen.
«¡Pero ¡cómo pueden hablar ahora de despoblación si lo han dejado caer todo!», exclama enfadado Félix contra la labor de los políticos. «¡Ahora ya no hay remedio!» «Les ha interesado darnos el golpe y ya no se puede hacer nada».
¿En qué pensamos los demás? En que amanezca, que no es poco; en la justicia, que está ida; en el amor, que ya no se cuida como antes y desde los montes que rodean como muralla a este pueblo palentino, pensamos en la triste realidad que nos descabeza, que nos atormenta, que nos aniquila poco a poco.
La belleza, la paz, la solidaridad... parecen armas de otro tiempo.
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