La Asociación de Amigos del Valle de los Redondos, recupera estos días el discurso de Luis Redonet, pronunciado en la Real Academia de la Historia el 28 de Marzo de 1852. El citado documento se publicará como separata unos meses más tarde con el título "Cambio de Capitalidad y de nombre del Ayuntamiento de Redondo".
El Académico somete a la aprobación de la Institución el cambio de capitalidad, que de la villa de Redondo ha pasado a su agregado Areños, más que por el hecho en sí, por el modo en que se hizo, discurriendo acerca del alcance y la legalidad del referéndum.
Para defenderse de este cambio, que muchos no aprueban, en base al factor histórico y a que fue Redondo, con sus dos barrios de San Juan y Santa María, quien ofició de árbitro e impuso siempre su nombre al municipio, el académico hace hincapié en una serie de factores que, aunque no le devuelvan la capitalidad que ha pasado a ostentar Areños, sí deba conservarse la denominación exclusiva de Redondo o la dúplice "Areños-Redondo" o viceversa.
Resulta que, Redondo fue la villa de mayor número de habitantes respecto a sus agregados y en ese momento no ha perdido la superioridad demográfica. Para aseverarlo, Redonet hace alusión a los estudios monográficos, a las crónicas, a los diccionarios geográficos y a la obra de Gerardo Monge y Amando Gordillo: "España Término Denomniada", obra a la que recurre también el concejal Luis de Mier para combatir el cambio de capitalidad. Otro de los puntos que barajan los partidarios de enmendar ese nombramiento es que de 250 ayuntamientos que tenía la provincia de Palencia en el año 1908, carecían de ordenanzas propias 197; es decir, únicamente las tenían 53, entre los que figuraba Redondo, lo que se apunta como un hito, dada su topografía, su áspero territorio, su cruelísimo clima y sus rudas condiciones de vida. Otro de los apartados habla de la estadística de la Diócesis palentina mandada hacer en tiempos del obispo don Vasco, en el Sínodo Diocesano de 1345 y donde aparece ya el pueblo de Redondo como cabeza del Arciprestazgo, con la correspondiente jurisdicción y primacía que esto supone sobre los curas e iglesias de su respectivo territorio.
Insistiendo en la defensa de su nombre, el académico recurre a la figura de Sebastián Miñano que, sin citar de dónde toma la noticia, expone en 1827:
"En el término de Redondo está el convento franciscano de Corpus Christi sobre la cima de un cerro.../ La casa e iglesia son bastante capaces; el número de religiosos, de cuatro a seis, con dos legos. Regularmente van allí por penitencia o corrección. Es un lugar muy frío y lóbrego y se intitula: Nuestra Señora de Biarce."
El Diccionario Geográfico Universal, confeccionado al parecer por una Sociedad de Literatos (1833) se limita a copiar a Miñano, y coinciden estos con Garma y Salcedo en el nombre de la villa y en el del convento. Pero el apartado más curioso, que me sirve para cerrar este capítulo, es el que se refiere a los hidalgos. En aquel momento nada existe de tan rancia prosapia como los hidalgos, tan vinculados a nuestra legislación, a nuestra historia, a nuestras costumbres y a nuestra literatura.
Ya lo decía la copla:
"En el lugar de Redondo,
donde los hidalgos son,
cuanto más largos los días
más se acorta la ración."
Fueran o no "tochos", según reza otro cantar, y no hidalgos de sangre de cuatro costados ni siquiera de privilegio, sino simplemente de gotera, aunque atribulados por la pobreza agrícola y ganadera de la comarca inclemente y pedregosa en que vivían, todas las pruebas presentadas tratan de demostrar que los hidalgos de Redondo concedieron a esta villa un rango que merece conservarse a través de su nombre.
De la sección "Impresiones" publicado en "Diario Palentino".
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