Marcelino Madrigal


A poco que usted navegue por la red, seguro que se ha encontrado en alguna ocasión con Marcelino Madrigal. Para explicárselo en pocas palabras a quienes no utilizan internet y recordárselo a quienes utilizándolo, se hacen los orejas, como si no fuera con ellos este asunto, vengo hoy con su nombre como bandera de una causa que preocupa al mundo actual. O que debe preocuparle seriamente.


Machaconamente, con la impotencia de quien ha encontrado algo venenoso y ve como ninguna puerta se le abre para procurar que ese veneno no sea ingerido por más gente, Marcelino, un experto informático que ha levantado ampollas en su lucha contra la pornografía infantil, sabe ya que lo de la "libertad de expresión" es un simple formulismo porque lo ha experimentado en carne propia. Por decir la verdad, que hay gente que utiliza a los niños...; que los niños, figúrense, sus propios hijos, están expuestos en cantidad de sitios...; que portales tan importantes como Facebook alojan material de este tipo..., que están ahí, que es una lacra, que hagamos algo para detenerlo...

Pero las verdades duelen y cuando afectan a compañías importantes, el intruso no es el pederasta, que se lucra y viola sin reparo, sino el bloguero que, puede argumentarse que para ganar fama, se hace causa de los más indefensos. Que no era el caso de Marcelino, que en el año 2006, cuando no hablaba de estas cosas, ocupaba en "Tecnoratti" el ranking número 14 del mundo.

Como han expuesto y defendido otros blogueros que gozan de prestigio, a uno se le queda la cara de tonto cuando, con pruebas bien explícitas, acude a denunciarlo a la autoridad competente y ve como, al contrario de lo que espera, se encuentra con el silencio ¿cómplice? de quienes están ahí para perseguirlo, se le cierran las vías de comunicación que pueden investigarlo y y lo único que recibe por nuestra parte es un apoyo moral que no llega para mantener el aire que necesita para no abandonar en el camino. Y para colmo, viene Sánchez Dragó a rematarlo con ese encuentro suyo con un "par de lolitas", "de unos trece años que se iban turnando para trajinarle". Como bien explica Marcelino, ya se cuidaron bien de no caer en errores con la Ley del Defensor del Menor, que no podrá intervenir en estos casos..,

@Diario Palentino, Nueva Época, 2010

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