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Mariano Osorio Lamadrid



Político y aristócrata. Representante en el Congreso de los Diputados de la Restauración por el partido judicial de Saldaña para la legislatura 1886-1890, según la Guía oficial de España de 1888. Sus dos apellidos, Osorio y Lamadrid, tienen arraigo de siglos en Saldaña y su comarca. Años más tarde, fue elegido senador por la provincia de Palencia. Según su expediente, que se encuentra en el Archivo del Senado español, consiguió su elección a principios de 1891 y reelegido en 1893.

Más detalles, recopilados por Carlos Pérez Elvira en la web
Vega Valdavia


El Marqués de la Valdavía, espíritu de la parda gleba

Por Antonio Llanos


Es la patria chica que se engrandece, es la tierra natal que se agiganta, es el terruño, que amorosamente envuelve con sus auras de cariciosos recuerdos la austeridad del hombre que en todo momento supo levantar en el mundo social en que se desenvuelve un trono y un altar a cuanto representara, significara y evocase a la hidalga tierra palentina.

Diríase que adentrado en el alma, don Mariano Ossorio y Arévalo se trajo a Madrid el espíritu de la parda gleba que a lo largo del Pisuerga susurrando traza las rayas obscuras y verticales de unos meridianos de trabajo y de virtud.

Como la tierra de sus mayores, el marqués de la Valdavia —a quien conocemos y tratamos desde hace tiempo— lleva en su corazón un generosidad tan grande como su modestia.

Porque… soberanamente modesta es Palencia.

Modesta… y generosa.

Generosa… y noble.

Noble… e hidalga.

Y así su espíritu, el espíritu de este prócer es temperamentalmente hidalgo.

Con aquella generosidad y con aquella hidalguía que en otros tiempos supo abrir para Castilla los dilatados horizontes de un nuevo mundo.

Conmueve observar cómo aún después del aluvión de locura que conmovió a nuestra patria recientemente al grito de democracia se trata de agasajar a quienes no envanecieron sus blasones jamás, sino que por el contrario ellos le sirvieron siempre para acercarse al pueblo con los brazos abiertos a toda iniciativa altruista.

Y es que la democracia, la verdadera democracia es precisamente esa comprensión cordial, que escapa del cerebro privilegiado para señalar horizontes de manumisión espiritual al pueblo o al que entre el pueblo vive.

El Marqués de la Valdavia a su paso por la vida social supo dejar siempre una estela de sincero afecto y de profunda admiración en cuantos le trataron. Ni su abolengo ilustre, ni el regalo de su alta posición social consiguieron arrebujar en el aturdimiento de la indiferencia a este caballero español.

Siempre tuvo en el alma un gesto de honda atención para cuantos de los de abajo se llegaron a él.

Jamás un palentino de cualquier tendencia política o de cualquier situación social que fuere, tuvo que separarse del marqués de la Valdavia con un marcado mohín de enojo en su semblante.

Con los brazos abiertos y llenos de cordialidad fue acogido por este hidalgo castellano, que en todos vio a sus semejantes, a sus hermanos. Por eso no nos sorprende el agasajo de que va a ser objeto este aristócrata y en el que van a tomar parte todas las clases sociales.

Vaya anticipado nuestro fervoroso aplauso a cuantos van a dar cima a ese agasajo y nuestra sincera y entusiasta adhesión, a quien lejos de Palencia siempre supo honrarla y enaltecerla.

Hemeroteca Diario Palentino
23 Mayo de 1935



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