Lo triste es que nos hemos resignado a hablar en pasado y que hemos dejado que el tiempo teja una maraña de silencio y olvido alrededor de esta tierra nuestra que espera y desespera. Quedan vestigios de gloria, de una nobleza ya del todo olvidada si no fuese por el empeño y el amor al pasado de nuestra gente, que se niega a arrancar las piedras para deshacerse del ya lejano esplendor. Nuestros pueblos casi deshabitados fueron un día cuna y hogar de apellidos que merecieron honra y reconocimiento. Ahora sus escudos nobiliarios llenos de gules, torres, leones, flores de lis, armas y calderos contemplan el paso del tiempo sin más memoria que unos apellidos y una fecha. Cualquier tiempo pasado fue mejor.
© Margarita Marcos
© Gemma Marcos
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