Lo que te desalienta y te descorazona es la forma sutil de lavarse las manos que tiene la mayoría. Que tenemos a veces todos. Estamos intentando mover un carro de piedras por la cuesta de la grave crisis que nos zarandea sin uncir "la cuarta", que era la pareja de refresco que ayudaba a subir las grandes cuestas o a mover el arado por malas tierras.
Luego hay actuaciones de los alcaldes y de los pueblos que no entiendes. Solicitan ayudas para que el turismo rural siga afianzándose. Llega el verano y un pueblo turístico como Ruesga, por desarreglos entre la pedanía y el Ayuntamiento de Cervera al que pertenecen, sigue cerrado. La zona en cuestión, que llega a albergar durante los meses estivales en torno a cuatrocientas personas y se calculaba en torno a diez mil los que la visitaban, ya presentaba antes de su cierre problemas de gestión y de limpieza.
Es decir, que impera en todo caso una especie de contrasentido, pues mientras unos lo publicitamos como un lugar de ensueño, donde están permitidos casi todos los deportes náuticos; un lugar que dispone de servicios, barbacoas, duchas…, donde está permitido el baño público..., otros, la Confederación Hidrográfica del Duero, la Junta Vecinal de Ruesga, el Ayuntamiento de Cervera no se han sentado en los últimos años a tratar de repararlo y habilitarlo para que se complemente y estas comarcas puedan generar ingresos con una de las pocas bazas que nos quedan, el turismo rural. Es evidente que dependemos de nosotros mismos para lograrlo, por lo que no sirve de nada levantar la voz y lavarse las manos, a ver si ayudan otros a tirar del carro.
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