De esta montaña nuestra, escribió Juan Carlos Mancebo hace unos años: "Quienes hemos saboreado del refugio de esta rinconada palentina, sabemos de caminos, que nos brindan veredas que se quedan atrás vestidas de crepúsculo vespertino, de alba, de lluvia, de lo que mande el cielo ... ".
Y Carlos Urueña: "Estoy en Aguilar, entre el ensueño del Pisuerga que en rocas campea... ". "¡Tocar!, ¡tocar! ¡Poner profundos silencios!" -escribió mi amigo, el poeta y profesor Manolo Bores, que nació también en San Salvador de Cantamuda.
Si fuera rio, sería Pisuerga tocando la montaña, inquieto navegante hacia la capital de los pintores, esperando paciente la luz crepuscular de Requejada, el paso hacia Salinas, después de haberle echado un pulso al tren, el de La Robla.
.../ Pero si no pudiera ser ni rio ni roca, seguro que sería témpano de silencio flotando sobre cualquiera de estos montes, entrando con el frío de la feria de agosto en los hogares, arrebatando el llanto del labrador, el triste pensamiento del minero, la importancia tan grande de la mujer en todos y cada uno de los menesteres de esta tierra...
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