Un pueblo palentino dividido por la Guerra Civil, donde todos son familia y amigos. "Es la crónica de mi novela soñada". Vivimos “encorazonados” por todo. La tragedia y el amor mueven esa máquina de sentir que llevamos como una insignia y que se encoge o acelera conforme a las señales que le llegan de nuestro cerebro.
Algunos no creen que Peridis escriba. “A lo mejor pone la idea, me dice un amigo, pero ese tiene un negro”. No importa que sea famoso por sus viñetas, ni por la promoción y rescate de nuestro románico. A veces no es necesario hacer nada, para ponerte en contra de aquellos que le mandan decir a su corazón que no te reconozcan, que no te crean. Además, pasa el tiempo y aquello en lo que te implicaste tanto pierde fuelle y sentido para los demás. Seguramente todos conocen a Peridis, unos de verle por la televisión, otros de oírle por la radio o de haberle escuchado dando el pregón en algún sitio. El artista que lleva dentro, ajeno a quienes dudan; después de salir airoso del Coronavirus, donde llegó a ver en ráfagas el final de su vida; después de haber sufrido la muerte de sus hijos, se levanta y escribe como un loco, para recuperar el corazón de la memoria que late en tantos sitios. El escenario es nuestra tierra: Paredes Rubias, Peñas Negras, un rincón y unas vidas desgranadas con maestría, donde los protagonistas pasan de la amistad al odio de un día para otro en cuanto prende la mecha de la guerra. A mí, mucho más que sus viñetas, me asombra la templanza con la que expone su trayectoria, el amor que pone en el románico, lo que ilumina, como bien sabe, nuestra historia, lo que refleja la sencillez de quienes se sientan a la puerta de este paisaje nuestro tan espectacular como desconocido. Frente a los que no creen, aunque ya lo haya demostrado tantas veces con su entrega, no dejen de leer "Este corazón con que vivo."
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