Vivir al calor de la ciudad y poder salir de vez en cuando a disfrutar de la naturaleza, sin tener que pisar barro o boñigas todos los días, sin tener que ir al monte a cuidar el ganado o por leña, gritar que se está cerrados por la nieve o sin teléfono, desplazarse más de cien kilómetros o ir al médico y llamarse ecologista es fácil. Así cualquiera puede ser ecologista y estar enamorado del' oso pardo». No se puede decir más, ni mejor en pocas líneas. Javier Cuesta, sacerdote que ejerce en La Pernía, implicado en su comunidad (con los problemas y enemigos que ello conlleva, lo escribía en la revista "Sementera" hace un par de años. Todos estamos resentidos con grupos que llevan a rajatabla la defensa de la fauna, como si molestasen las gentes y las villas que se levantan en el entorno. Como si el hombre no importara o debieran trasladarse los pueblos para que los bichos retozasen en paz.
La publicación ofrece un detallado estudio de cada lugar, que puede convertirle en viajero, andador o visitante, y caminar con gozo por estos bosques, recorrer sus rutas, sendas, admirar sus cuevas, cascadas y espacios naturales, sus eremitorios, iglesias y museos, y visitar los diferentes Centros de Interpretación...
0 Comentarios
Si la entrada tiene más de 15 días, revisaremos tu opinión. Puedes comentar libremente. Agradezco tu participación. Sé prudente y respetuoso al exponer tus juicios.