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Un día con Joaquín Díaz

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Les contaba en una de las entregas anteriores que había tenido la suerte de conocer Urueña, esa pequeña ciudad medieval donde hay más librerías que bares, declarada Primera Villa del Libro en España. El viaje, que se te queda para siempre en la retina, por esa muralla que la ciñe como si estuviera prendida de su vestido medieval, se vio recompensado con la entrevista a Joaquín Díaz, que dirige aquella Fundación desde 1994. No es un museo más. No es un museo cualquiera. Este lugar tiene alma, bebe de la mejor fuente, la de experiencia, la del conocimiento. Podía haberse dedicado a dar clases de una de esas materias que estudió, pero él tenía su mente puesta en la cultura tradicional y se entregó por entero a recuperar y difundir los romances y temas populares que se cantaban en Castilla, ofreciendo conciertos y conferencias en todas las universidades españolas y otras muchas de Portugal, Francia, Italia, Alemania, Holanda y Estados Unidos. A mi me llegaba la noticia de su incansable

Un bosque de fósiles

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Según la toponimia, Verdeña es "la finca de los bosques". Así como el hallazgo del carbón se debió al tropezón afortunado de un caballo -según cuentan algunas crónicas-, el descubrimiento de los fósiles minerales de Verdeña, se debe al tropezón de un científico europeo de paseo por la zona. Gracias a su voz de alarma, se impidió que el lugar se llenara de tierra. Los geólogos cifran su edad en 300 millones de años y se trata de un bosque de árboles que fue engullido por las aguas. Según los expertos, este descubrimiento constituye un ejemplo único en el mundo. (76) VERDEÑA Yo vivo observando las cosas y, pese a todos los contrapuntos que puedan derivarse de mi análisis, y pese a todos los impedimentos que aseguren encontrar los demás observadores en las mismas historias o personas en las que yo me fijo, debo rendirme muy claramente ante quienes llevan por delante el corazón. Un buen ejemplo es Robert Wagner Boon , catedrático que me trae enseguida el rec

A un paso de Urueña

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Que no es necesario irse muy lejos para descubrir bellos rincones o lugares de gran interés turístico es algo con lo que estarán de acuerdo conmigo, pues en cien kilómetros a la redonda tenemos rincones y pueblos para quitar el hipo. Muchas veces, por desconocimiento, por pereza, tardas en descubrirlos, como ocurrió hace unos meses cuando viajando por la provincia de Valladolid, descubrí el pueblo medieval de Urueña. Froilán De Lózar Castilla y León es vida A modo de pinceladas, como de puntillas, el libro está lleno de interesantes curiosidades desconocidas y de referencias -algunas también desconocidas-: Toponímicas, históricas, monumentales, paisajísticas, culturales y gastronómicas. €16,00 Tapa blanda

Esculpida la cacería de un oso

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En esta ruta por la comarca de La Lora, donde predomina el arte románico, llegamos a Villavega de Aguilar, un pueblo de dos barrios, entre Barruelo y Aguilar, donde aún se conserva gran parte de su iglesia románica de San Juan Bautista. Curiosamente, en uno de los capiteles historiados, puede verse esculpida la cacería de un oso. VILLAVEGA DE AGUILAR PARA SABER MÁS DE VILLAVEGA DE AGUILAR PINCHAR EN LA IMAGEN PARA IR AL ÍNDICE

A la luz de las velas

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Una de las cosas que más me gusta es viajar, conocer pueblos y ciudades, explorar rincones, recoger sonidos y costumbres de las que me han hablado otros. Consciente de que siempre quedan historias por saber, que todo es diferente cuando pisas las calles de estos pueblos, repito el viaje hacia aquellos puntos que me dejaron con la boca abierta, como es el caso de Pedraza y Sepúlveda. Tan impresionado quedé en la primera visita realizada en primavera, que he vuelto a finales de verano, cuando en Pedraza se celebran las fiestas patronales, con un encierro alrededor de la muralla. En el castillo de este pueblo mesetario se exhiben las obras del pintor vasco Zuloaga, quien en 1945 le dice al periodista bilbaíno Esteban Calle Iturrino: “Amo tanto a Castilla, porque me ha dado la plenitud de sus deslumbramientos y penumbras, sus oposiciones vigorosas de azules, granas y amarillos, y esos grises incomparables de sus lejanías caliginosas, los elementos cardinales de los fondos culminantes