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Trashumancia

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Hay constancia escrita de que el ganado segoviano pastaba en los puertos de Pernía, en el llamado Pleito de la Montaña, entablado entre el obispo de Segovia y los curas de los pueblos serranos por el cobro de los diezmos y que se prolongó a lo largo de los siglos XVI a XVIII. En él se citan los lugares de Lores, Camasobres, Redondo, Polentinos, Resoba, Santibáñez, Rabanal, Arbejal y Cervera. Recuerdo los rebaños de merinas que llegaban desde Extremadura a nuestros puertos en verano. Recojo esta cita a propósito en "Diario de León": “Los ingleses acaban de descubrir algo que los pastores leoneses saben de toda la vida: Que las ovejas tienen memoria. La entrenaron durante siglos de andadura por las cañadas, cordeles y veredas que ahora son pasto del olvido.” Manuel Rodríguez Pascual, que lo ha estudiado bien, aboga por el retorno de las merinas a los puertos de alta montaña, grandes espacios abandonados por el decaimiento de esta actividad. Allí aporta cifras interesantes

Santuario de “El Brezo”

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A dos kilómetros de Villafría y a 5 de Santibáñez se encuentra este importante santuario de devoción mariana y cuya romería más importante se celebra el 21 de Septiembre. Se encuentra enclavado a una altitud de 1360 metros, en la Sierra del Brezo, conformada la misma por una cadena que va de este a oeste, con inicio en Cantoral y fin en Guardo. Le da nombre una planta muy habitual en nuestra zona de montaña, el brezo, una de las llamadas 38 Flores de Bach, remedios naturales para las enfermedades físicas (113) Vecinos y devotos de la Virgen participan en el traslado de la talla románica policromada que se custodia en la iglesia de la localidad en los meses de invierno y que vuelve a ocupar su lugar en el Santuario, una construcción de estilo neoclásico del siglo XVIII que consta de tres edificios: el templo, la capilla de confesiones y la hospedería. Desde el Santuario se puede acceder a los despoblados de Valcobero, Valsurbio y Valle de Camporredondo, así como a las cabece

Juan de Piasca

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El Románico plantea también, qué duda cabe, una constante advertencia a la hora de interpretarlo. Pero no sólo para nosotros, los profanos, sino, de manera especial, para los historiadores. En uno de los últimos viajes, buscando por curiosidad el nacimiento artístico de Juan de Piasca, llegamos a esta localidad lebaniega a pocos kilómetros de Potes. El viajero se alimenta de todas las dudas que atesoran los críticos. ¿Será un beso? ¿Será un consejo? Se atreve a interpretar los lances del maestro. Allí todo lo que sabe a románico proviene del taller de Covaterio (1172), primer maestro conocido en Cantabria y, probablemente, maestro a su vez de Juan de Piasca, sino es el mismo. Talleres y maestros que utilizan el libro de modelos de quienes trabajaron en el entorno antes que ellos. Y a no pocos especialistas se les ha caído la venda que les impedía ver la progresión del artista o del taller. No se le reconocía en un lugar porque no se contemplaba la evolución que otorga la experienci

Santibáñez de Resoba

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En la división de las provincias que realiza Alfonso VII, se cita, entre otros, el castillo de Santibáñez de Resoba, que será uno de los puntos de vigilancia elegido para garantizar la paz hasta que sean reconocidas las líneas fronterizas. (72) No se trata de fortalezas calatravas, sino de enclaves fronterizos castellanos que el Monarca entrega temporalmente a la Orden en 1194. Para el investigador perniano Vicente Basterra, el Castro de San Juan, de Santibáñez de Resoba, surge previsiblemente en los primeros periodos de la Reconquista (siglos VIII-IX), cuando estas montañas eran frontera y defensa del reino cristiano. Esta fortificación sería cabeza de un alfoz del condado de Liébana, e integrante de un sistema defensivo creado en la vertiente meridional de la cordillera para la protección contra incursiones árabes.  En el alto de Santa Lucía existen las ruinas de una ermita que estaba bajo la advocación de esta Santa, por la que sentían gran devoción en este pueblo y en los

Llenar el corazón

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Aunque vuelan los días y el calendario apenas nos deja un resquicio para planificar el año, me siento recompensado de haber sido recibido por Josefa Sordo, de Polentinos, al filo de los cien años, que me recuerda, al estilo del mejor Gila: "cuando nací, yo estaba allí" y que ya se quejaba de la rapidez a la que va este mundo: “Entonces, no duraban na los días". La mujer recuerda los inviernos, cuando al pueblo le había tapado de repente la nieve, y todos venían en casa de la tía Josefa a por el pan que salía de su horno. Esas sensaciones que te transmite una mujer folklórica por naturaleza te suavizan un pasado terrible muchos días, en muchas casas, donde se masticaba sin descanso la conformidad. En abril se marchaba mi padre a los 93 años, cronista silencioso de estos lugares. Muchas de las historias y curiosidades que he compartido con ustedes a través de este diario, que fue el suyo, me las conto él… Mi padre acudía todos los lunes al mercado de Potes, donde