Tantas pequeñas cosas
Uno siempre termina por regresar a sus orígenes. Tal y como se está poniendo el mundo, uno lo que celebra de verdad es la independencia de su casa. Que no faltará quién te llame cobarde por hacer lo que haces, con la libertad que de tu adentro clama, con la soledad que todo lo conquista por este norte nuestro tan denostado y tan aislado. Todos esos momentos que se han ido guardando en alguna parte de tu cerebro, vuelven a la memoria, te detienes mil veces ante la misma marca de la piedra, como si estuviera escrito en algún lado el lugar natural que te llenó los ojos. Pero entiendes entonces lo efímero del tiempo, cuando has llegado casi al límite sin haberse resuelto ese misterio de la vida. Y otras pequeñas causas que se han ido perdiendo en ese regreso hacia la despoblación de los lugares. Dónde está, por ejemplo, aquel código interno que tu aprendiste a interpretar sin muchos libros, que te pedía respeto para los demás aunque pensaran diferente, que te empujaba a ayudarles g