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La independencia del Pisuerga

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Vicente Basterra ya hace un recorrido en algunas de las publicaciones de la Tello Téllez por el valle del río Pisuerga, una de las principales vías de comunicación que entrelazaba la Meseta con Liébana y Polaciones. Inicialmente la ribera derecha de su cauce fue lugar favorable para el trazado de un Camino real, que, partiendo desde Cervera de Pisuerga, continuaba por estas tierras hasta alcanzar los mencionados valles cantábricos. El Pisuerga que durante muchos años puso el límite a la ciudad de Valladolid -a partir de los años 70 ya se comenzó a construir al otro lado del río- les inquietaba a primeros de este siglo al sufrir la mayor inundación de los últimos cuarenta años, inundaciones de las que no hemos estado ausentes en muchos puntos de nuestra montaña. Pero quería fijarme hoy en su nacimiento. Suelo acordarme de retocar las fuentes que nos sirvieron de vehículo para conocer un poco mejor aquellos accidentes que forman parte de la historia de estos lugares. No basta. A ve

Mantinos

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Por el seguimiento de algunos investigadores y como se deduce de su nombre, el lugar pudo ser repoblado por gente venida de las extremaduras de Castilla, "salmantinos", o que estos se dedicaran a la fabricación de paños o pequeños mantos. Otros estudiosos se decantan más bien por repobladores asturianos, de los pueblos "mantas". Por su término pasa uno de los conocidos cordeles de los ganados trashumantes que estacionalmente atravesaban estas tierras camino de los pastos de montaña. En el siglo XVIII contaba con dos molinos harineros y era uno de los lugares donde se producía más lino. De este mismo siglo (1777) data su iglesia de San Andrés, construida a base de mampostería y ladrillo, si bien los investigadores hacen notar que fue levantada aprovechando los restos materiales procedentes de la espadaña de un templo más antiguo. El investigador leonés Roberto Matías, descubrió recientemente un importante complejo minero de oro que va desde Camporredondo ha

Como un cuento de hadas

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Sobre un verde intenso, que se extiende como un mar sobre este hermoso valle de Cantabria, al visitar Caloca, uno se adentra por sus empinadas callejuelas, por donde se mezclan los olores a robles, hayas y alcornoques. Hasta en los días más cálidos (raro que se superen aquí los 25 grados) la chimenea humea y la sensación de paz te invade, en estos lugares donde el turismo no lo ocupa todo, como sucede en Potes, pocos kilómetros más abajo. Bajo la atenta mirada de dos estupendos labradores, observamos el bosque lebaniego. Una periodista viajera lo definiría como "una pincelada azafranada"; otro bloguero, escribe que estos bosques han salido de un cuento de hadas, describiendo lugares cercanos a estos de Caloca y Vendejo poblados de robles enormes y de bellísimos acebos. Los habitantes del norte de Palencia, sobre todo los ganaderos, cuando suben a revisar los ganados que pastan en el puerto de Pineda, suelen mirar hacia este pueblo desde el ojo de Vistruey, en Casavega

Los Llazos

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Los Llazos miraba al frente junto al peñasco Tremaya, y allí cerca los tres barrios de Redondo contemplaba. (87) Quizá la despoblación castellana se haga aquí más patente que en ningún otro sitio. Es un miedo que se percibe en Los Llazos, donde te hieren los ojos las tenadas hundidas, las casas a punto de caer, lugares abandonados como el potro o la Iglesia, y las calles desiertas. Sólo un vecino de guardián y señor que soporta el mal tiempo estoicamente, que sobrelleva las tareas del verano y que, cuando en lo más alto del invierno los reporteros de televisión llegan hasta las puertas de su casa y le preguntan que cómo se siente un hombre solo, rodeado de tanta soledad, cercado por ese lobo blanco, les responderá como responden los castellanos viejos, que esto es así y que nadie conseguirá cambiarlo. Desde la parte más elevada del pueblo, la visión es sobrecogedora: Tremaya al fondo, Areños a su espalda y un valle inmenso a los pies de este lugar que se divisa espléndido d

Quítense la venda de los ojos

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Mi enfado reside en la ocultación parcial de la noticia, de un medio en el que colaboré durante años, páginas enteras que pueden consultarse en las hemerotecas, historias y entrevistas a personajes de la montaña palentina, basándome en el principio que ha guiado mis pasos desde que comencé en esto y donde, lógicamente, no hay cláusulas de ningún tipo, ni se pactan condiciones económicas con nadie, salvo rescatar del olvido al que parece condenada nuestra tierra. Se dice, sí, que los libros sobre nuestra historia son los más vendidos y se cita a otros autores entre los que se encuentra mi amigo Eduardo Gutiérrez con un lujo de libro, es verdad, "Dentro de mi mochila", que recorre el románico y el arte palentino. Otro libro que está hecho con el esfuerzo privado y que procura el conocimiento artístico. Lo mismo que tantas otras guías y libros de tantos otros autores marginados.  En cambio, promocionan y de qué modo, tanto el citado medio como la Diputación de Palencia