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Dehesa de Montejo

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En la Edad Media, Dehesa era una población y Montejo otra. El topónimo de Dehesa parece provenir del sustantivo latino "defensa" y Montejo puede hacer referencia a un antiguo despoblado o "monte de tejas". Entre la historia que va saliendo a la luz, los investigadores hablan de importantes asentamientos localizados en el periodo Romano Alto Imperial y Pleno-Bajo Medieval. En Dehesa de Montejo todos los vasallos, solariegos estrictos y encomendados de Juan de Velasco, en uno y otro nivel, pagan la misma cuantía de infurción: una fanega de pan y cuatro maravedíes. (93) En su término se han explotado varias minas de centrecita, una de las más conocidas "La Constancia" (1899). Su iglesia, dedicada a San Pelayo tiene una portada románica, destacando en el interior varios retablos y una pila bautismal barroca. (Siglo XVI). Miguel Nieto Rodríguez, sacerdote y profesor universitario, nacido en Dehesa de Montejo, escribe sobre los maestros tejeros asturi

Una talla de regalo

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Desde hace varios años, por las impresiones recibidas al acercarme a autores y a documentos que hacían referencia al valle de los Redondos, me he sentido de algún modo obligado a recuperar historias que me emocionan todavía, que sacuden la indiferencia que pesa sobre estos apartados rincones, que ahonda en ese bosque inmenso que se le abre al caminante; en ese valle que emociona, que aprisiona, que atrapa cuerpo y mente. Parecida admiración sienten los Condes de Siruela. Según los documentos que se conservan en el Archivo Histórico Nacional y en el Archivo General de Simancas, donde se hace alusión al testamento de Leonor de Mendoza, condesa de Siruela, mujer del primer conde, Juan Velasco, a ellos se les atribuye la fundación de una iglesia y convento -que podría ser el de Viarce- a finales del siglo XV, y que serviría para acoger a los eremitas franciscanos que vivían en el valle desde 1320. Sebastián de Miñáno, en 1826, ya lo menciona en su diccionario: “En su término [de Re

Cuillas del Valle

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Se sitúa a la margen izquierda del arroyo "Cuillas" que va a desembocar muy cerca al Ebro. Para el escritor y Académico palentino Gonzalo Ortega Aragón "Cueva y su diminutivo "cuevilla" se derivan de la variante "covam". Su evolución arroja formas intermedias como cuevillas, coviellas, hasta llegar a Cubillas. Y en el caso que nos ocupa, perdiendo la consonante y dando como resultado Cuillas. Y se acerca la descripción porque en las pequeñas cuevas de la zona habitaron en su día los pobladores prehistóricos, razón suficiente para dar nombre al pueblo. Su iglesia conserva algún vestigio románico. El retablo mayor del Presbiterio es del primer tercio de siglo XVII, y cuenta con varios relieves. En el blog de Jesús José, que nació en las faldas de la Peña Amaya, se habla de las torres de señalización, situadas en un farallón de arenisca, que facilitan la visibilidad en el tramo comprendido entre Quintanilla de Escalada, Julióbriga, la necrópo

Todo cambia en un segundo

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Es probable que esta reflexión la haya hecho ya un montón de veces, porque se repiten las historias, como se repite la música, lo mismo que se repiten la mayor parte de las cosas. Lo que podríamos reinventar nosotros en señal de homenaje a los creadores verdaderos, a las generaciones que pasaron antes y no para vanagloria nuestra que no es seguro que de inventores tengamos mucho. A mí me gusta repetir las historias. Escuchar muchas veces las mismas canciones. La película Apocalypto, por ejemplo (2006), basada en la cultura maya del Petén, Guatemala, alrededor del año 1511, que dirige Mel Gibson, la he visto ¿20 veces? Y no me canso de verla porque siempre encuentro algún detalle nuevo y, aunque subtitulada, me sugiere historias de nuestra historia, me abre los ojos ante un mundo perdido en el dolor, ahora y entonces, donde unas tribus se lanzan sobre otras para exterminarlas, para ofrecer las vidas de los hombres a tantos dioses que les guían, creyendo que lo que estaban pidie

Cueva de los Franceses

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La Cueva de los Franceses se encuentra en el término de Revilla de Pomar, entre Covalagua y el Páramo de la Lora, enterramiento natural de los soldados franceses en la Guerra de la Independencia. En el interior se puede disfrutar de las formaciones estalactiticas. La cueva fue el último reposo de los combatientes que cayeron en un enfrentamiento acaecido en el Páramo de la Lora entre tropas napoleónicas y un destacamento de Húsares Cántabros. La cueva fue descubierta en 1904 por D. Luciano Huidobro. Acompañado de parientes -cuenta Huidobro- y del Sr. Cura de Pomar de Valdivia sube a las Tuerces, se interna por el hondón que lleva a la cascada de Revilla y llega hasta la cueva del Toro en Valderredible, donde "penetrando como un hurón" descubre el cuerpo de un crimen que había pasado ignorado. Aquel descubrimiento da lugar a una exploración de la cueva de La Lora recordada por los naturales como fatídico recuerdo de la Guerra de la Independencia. CUADERNO DE ANOTA