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En Camasobres, la nieve

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Permítanme que vuelva a recordar en estas líneas la figura de un folklorista palentino Luis Guzmán Rubio, que atesora en discos y libros una fuente inagotable para llegar al conocimiento de tantas personas como participaron, primero en las recopilaciones de su padre y, después, en las armonizaciones que fueron engordando el cancionero universal. Luis recuerda con muchísimo respeto la figura de su padre, Guzmán Ricis, y el año 1928, cuando su trabajo sobre el folklore local es publicado en las actas del Congreso de Praga. Alli se citan una treintena de armonizaciones entre las que se encuentran El Cura de Perales, El Papudo de Paredes, El Pingajo, Levántate morenita... Son incontables las personas y los pueblos que pasan a formar parte de este importante legado y que van de norte a sur de la provincia. Así recuerda el maestro y amigo las que le dictan en Villada el dulzainero Juan Cuevas y Juanina Rodríguez. Así mismo, las que le dictan en la Valdavia o en la Ojeda. Pero se recre

Premiar para promocionar

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Personalmente, con esto de las distinciones y los premios soy muy crítico. No sé si sirven para algo cuando ya te has muerto. No sé en realidad si es un acto de justicia para quien lo propició o si es una forma de justificar el triunfo que al final obtuvo, al dar a conocer una zona de nuestra provincia que siempre estuvo tan expuesta al olvido. Y voy a explicarme a propósito del V premio concedido a Chema Madoz, premio Nacional de Fotografía en el año 2000. No dudo que tenga categoría y cualidades suficientes para recibirlo. Ni pongo en entredicho los anteriores, todos con una amplia trayectoria profesional. Premiar a un gran fotógrafo, invita a conocer esta tierra a mucha gente que la ignora, lo que probablemente han tenido en cuenta quienes han oficiado de jurado o han tenido en su mano la responsabilidad de buscar a un fotógrafo que brille con luz propia, aunque no la conozca. En realidad, no están incumpliendo ninguna norma y se ciñen a las bases del premio, donde claram

Queremos que vuelvan los ojos

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Aunque soy de los que entienden que el Senado sobra, lo tenemos ahí y considero que ha merecido la pena el viaje y el motivo de Escanciano, alcalde de Prioro, que intervino dentro de la Comisión sobre Despoblación en las zonas de Montaña. Sucede que, el peso de este drama lo han llevado siempre Teruel y Soria y los demás hemos oficiado de espectadores compungidos. Es como en la vida misma, que muchas situaciones nos parecen extravagantes, simpáticas o, de cualquier modo, historias que soportan los vecinos, historias que "no verán tus ojos", piensas, porque son historias lejanas, porque son historias de otros. Y sinceramente les digo que no espero a este respecto mucha comprensión de nadie, que son muchos años bajo los mismos índices, con la acostumbrada incertidumbre de levantarse un día y no encontrar ni raíces a las que sujetarse. Que es la incertidumbre de esta gente, muchos inviernos sin la consideración de nadie, ni de los gobernantes, ni de los medios de comuni

Un hechizo de belleza

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Cuando te has pasado una vida entera rebuscando palabras para explicar el ocaso de tantos pueblos, ninguna situación te parece ajena o extravagante. En el transcurso de cien años, entre 1880 y 1980 un grupo de científicos de la Universidad de Salamanca establecieron aquí su campo de batalla. La misión tenía relación con el patrimonio genético y eran 10 los pueblos motivo del estudio: Alba de los Cardaños, Camporredondo de Alba, Cardaño de Abajo, Cardaño de Arriba, La Lastra, Otero de Guardo, Triollo, Valcobero, Vidrieros y Valsurbio. La idea era utilizar los apellidos como alelos (una de las formas alternativas que puede tener un mismo gen), y estudiar los efectos que los movimientos humanos han operado en la diversidad genética. La explicación para elegir esta zona de Fuentes Carrionas es la de una población muy aislada y de tamaño muy pequeño, lo que permite reconstruir mejor las variables de su historia. Entre los "vehículos" utilizados se citan los libros parroqui

Agustín Fernández Merino, inMemoriam

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En la última década del pasado siglo buscaba rostros por nuestra montaña para añadirlos a una serie que salía un día señalado de la semana en un diario regional. Fueron más de 50 entrevistas con enjundia, esas personas que se desnudan ante el cuaderno y empatizan enseguida con el lector que descubre en ellos, como antes descubriera el entrevistador, una buena dosis de ingenio y de sabiduría. Tanto me sorprendieron, tanto aprendí, que sus vidas llenaron mi equipaje y se muestran generosas hoy en muchas de las reflexiones que traigo a esta columna. Pero hoy quería detenerme en Agustín Fernández Merino, de Lores, licenciado en Ciencias Químicas por la Complutense de Madrid, que por aquellos días sorprendía con un libro de recetas editado por Estudios Superiores del Escorial, Tesoro de los Remedios Secretos de Evónimo Filiatro que traduce al castellano, junto a Andrés Manrique, con una extraordinaria introducción y biografía sobre Conrad Gesner. Yo no sabía que Agustín había muerto, c