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Todo igual, menos tu sentimiento

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Centrado en otras historias, pasan los días a una velocidad prohibida y aprovecho este momento para volver atrás la vista, (ya casi no me alcanza), con nostalgia pero sin arrepentimiento, por todo lo que pasó, por todo lo que vivimos, por aquellos familiares y amigos que se fueron, por todos los que siguen aquí, aparentemente, en el mismo lugar, bajo los mismos yugos. Iglesia de Lomilla | Froilán De Lózar Porque la naturaleza, vestida con los colores de cada estación, que aquí se evidencian tanto, es la misma: los montes, los caminos, las iglesias... Nada parece haber cambiado después de los años; después, incluso, de los siglos. Hasta las gentes, que son descendientes de los que fueron tus compañeros de escuela y de correrías, parecen los mismos; pues, aunque imbuidos en otras modas y costumbres, se mueven por los mismos lugares. Entonces, ¿por qué lo ves distinto? ¿Por qué no lo disfrutas como antes? ¿Por qué no nos emociona como cuando volvíamos del colegio?

Todo distinto, menos tu pensamiento.

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Con esta entrega, antes de vacaciones, pongo punto y seguido a este viejo cuaderno, donde he ido anotando, como de costumbre, mis impresiones y mis miedos. Todo ha cambiado. Es evidente. Parece un síntoma de progreso, una necesidad de experimentar nuevas historias, incluso en estos rincones tan apartados de provincia; una respuesta urgente para buscar por algún resquicio la solución a esta endémica fiebre que nos vacía los pueblos. Soy reticente en ello, y aunque algunos lectores y amigos me insistan que está bien, que es muy sano, que hablar del mundo rural, de lo que va quedando, de los problemas que le atañen, de las historias singulares... es muy digno y muy útil, yo pienso, sinceramente, que no sirve para nada. Que uno clama en el desierto; que nadie vuelve los ojos a este drama; que no compensa a los políticos, acostumbrados a mentir; que no interesa a los urbanitas , apoltronados en su ambiente y que tampoco parece preocupar en exceso a quienes viven en ellos, perdida y

Límites confusos

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Sin hacer uso del patriotismo, que huyo de todos los símbolos como de las moscas, es verdad que uno se siente molesto cuando ve a su comarca o a su pueblo enclavado dentro de otras comunidades o provincias. Es una discusión vieja que no tiene remedio, pues aunque parezca pasajera, vendrán otros más tarde que oficialmente den un vuelco a los límites; y si no es oficialmente, tochos no faltan en ningún lugar que, sin conocer el pueblo del que hablan, enseguida le hacen un hueco en cualquier sitio. Y está bien que amemos nuestra tierra, nuestra patria, pero está mejor que vayamos adentrándonos en ella, en sus caminos, entre sus gentes, para presentarla debidamente a quienes quieran conocerla. Durante años, nuestro alejamiento ha contribuido a unas anexiones y cambios que no han hecho más que confundirnos. El 28 de Agosto de 1857 el obispo de Palencia, a la sazón, Jerónimo Fernández, manda que el Arciprestazgo de Cardaño se llame a partir de entonces Arciprestazgo de Pernía.

Por las sendas del Oso

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Si lo tecleamos en internet, la Senda del Oso nos lleva a la vía verde más transitada de Asturias. Ruta que nos irá mostrando a lo largo de 22 kilómetros la gran riqueza natural y etnográfica que va desde Tuñón hasta Entrago, allá por los concejos asturianos de Proaza, Teverga, Quirós y San Adriano. Allí la historia es paralela a la nuestra. Por aquel camino ahora tan renombrado circulaba antaño el tren minero, que se utilizó para extraer hierro y carbón hasta el año 1963, año en el que se cierra la línea por el agotamiento del mineral y la escasa utilización que de la misma se hace para el transporte de viajeros. Pero lo que aquí vamos a tratar, como de costumbre, es la Senda del Oso de la Montaña Palentina, situada en el centro de Peñas Negras, una de las atalayas que en el siglo VIII repuebla Alfonso I. Allí se ha reconstruído el chozo de los pastores, utilizando para la techumbre los cuelmos de escobón y brezo, recuperando en buena medida su estructura original.

Casas para pensar

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Ahora se pienso todo. O casi todo. Hasta hace pocos años la gente que se sentía atrapada por los olores y sabores de un pequeño pueblo de montaña compraba una casa y comenzaba una aventura, a veces excesiva, pues desaparecía la casa entera y sobre el solar se edificaba una vivienda que nada tenía que ver con la casa que todo el mundo conocía, aquí madera y piedra y, si acaso, un tejado con ripia nueva y relleno de tela asfáltica para evitar las goteras en invierno. De pronto alguien ha interpretado que a los edificios también se les hace daño, que reformarlos tanto es como arrancarles el pensamiento, las raíces bajo las que se criaron los dueños; los recuerdos, que siempre te devuelven a un momento lejano de la historia. Teniendo en cuenta todo esto y también que las casas tienen una especie de alma, Fernando Gallardo, crítico de "El País", encontró una casa que vendían sus dueños en Porquera de los Infantes y, sin destruirla, es más, sin tocarla, le llenaron de

Seguir, a pesar de todo

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Tengo la impresión, y en ocasiones lo he comentado aquí, que todo el esmero que nuestros antepasados pusieron para hacer más habitables estos pueblos se ha quedado relegado a un recuerdo. Eran otros tiempos, donde lo que se hacía para reparar calles o caminos, dependía de ellos mismos: ellos ponían el material y la mano de obra. No es malo que llevemos en la memoria a quienes nos parieron y nos enseñaron a valorar esto, aunque pasan los años y por más voluntad que uno pone de manifiesto, por más optimismo que uno procure rescatar de dentro, todo camina hacia el ocaso. A poco que uno pueda leer entre líneas,  hay como una manifestación de dolor en el ambiente que no se puede remendar. Pasa lo que pasaba entonces, cuando los pueblos estaban llenos de gente. Quienes juran defendernos no tienen disculpa, porque el dolor se ha hecho más provincial y ya saben lo que le duele a cada uno, dejándolos a veces hasta sin argumentos.  Males y problemas que se resumen en uno: la despoblación.

La tercera edad y la última

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Trabajadores y vecinos de Cervera miran preocupados estos días la amenaza de cierre que se cierne sobre la Residencia de Ancianos. Y causa estupor, porque una residencia quiere ser el último refugio de muchas personas que conocimos, no sólo por la amenaza de la entidad financiera, o la escasez de los recursos destinados a este fin por el gobierno regional sino, sobre todo, porque llegados a este punto, uno se da cuenta de que todos te quitan el paraguas cuando llueve, todos te niegan la ayuda cuando lo necesitas de verdad, y a los sacrificios de los trabajadores se suma la preocupación de quienes lo padecen en carne propia y que a lo único que aspiran es  a poder pasar sus últimos días en el entorno que los vio nacer. Viendo estas perspectivas en una de las localidades importantes de la zona, qué podemos esperar de la residencia que se ha construido recientemente en San Salvador y que las autoridades evalúan estos días sacar a concurso. Aunque tenemos  un ejemplo evidente