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Ahorrarse disgustos

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Desde el principio, allá por el año 81, que comencé a remitir historias al diario, muchas han sido las sensaciones experimentadas. No ha faltado la desilusión, el desencanto, la impotencia, sensaciones que se han ido agrandando a medida que pasaban los días, con interrogantes nuevos a las que nadie ha contestado. Si quienes se prestan para representarnos, lo hacen convencidos de poder cambiar la situación, y no vuelven nunca para poner remedio, una de dos, o aquel sistema no funciona, o no hay remedio y nos mintieron. Si quienes se quedan en los pueblos, se sienten a su manera satisfechos con lo que tienen y no se sienten parte de nuestro lamento, es evidente que no hemos sabido transmitirlo o hemos pretendido cambiarlo, sin adaptarnos a ese cambio paulatino que ha ido experimentando el mundo rural, en definitiva, el mundo de los que dejamos. Nuestra voz es un pequeño surco sobre el que se va depositando una semilla en un afán sincero y nada interesado de que aquella tierra dond

Condenar a los pueblos

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Decía el político y estadista español Francisco Cambó: "Hay dos maneras de llegar al desastre: una, pedir lo imposible; otra, retrasar lo inevitable". Pedir un hospital para Guardo, un hospital para Cervera, unos ambulatorios abiertos de lunes a viernes en los pueblos más importantes, no es pedir algo imposible, pero estamos condenados al desastre igualmente porque, todo lo que se ignora, se aborrece. Y se ignora la realidad por la que pasan nuestros pequeños pueblos, que luchan cada día con las armas que tienen contra lo inevitable. Ahora el Gobierno regional estudia reducir o eliminar también el servicio sanitario básico en las zonas rurales, de manera que, como ya han apuntado los responsables de otros partidos políticos, los más desfavorecidos se exponen a otra estocada más, que no será la última; como una invitación a abandonar sus casas, una especie de vacío invernal o emigración temporal, como las especies animales, sin el amparo ni los derechos que dice l

Una revolución

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En un artículo anterior reflejaba aquí la importancia de no perder las Juntas Vecinales. En Palencia, según informa Oscar Herrero para este diario, hay 226 núcleos de población con posibilidad de elegir al alcalde pedaneo. El equipo que ahora gobierna la nación, y que lo está racionalizando todo a la medida de su bolso roto, haciendo al pueblo responsable de la herencia que tanto ambicionó, ha decidido que todas esas pedanías sean absorbidas política, administrativa y económicamente por los municipios de los que ya dependen. Se ha demostrado la buena administración que hacían de sus recursos muchos de estos pueblos, (que también hay que citar el abandono y la desidia en otros que llevan décadas sin presentar cuentas) es decir, el arrendamiento de sus puertos para pastos, el arrendamiento de sus cotos, las subastas de madera.... Y recurre el redactor para ambientarlo al ejemplo de la Junta Vecinal de Tarilonte de la Peña que en 2010 decidió conceder 12000 euros en ayudas económi

Otra memoria gráfica

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Son más de cuatrocientas imágenes las que ha recuperado Victor Manuel Fernández en un libro terminado en 2011 que presentaba este año como plato fuerte en la feria de Cervera la editorial Aruz. Parpadeo rápido, al que alude su autor en la presentación, que nos lleva a otros momentos de la historia en los doce lugares de Fuentes Carrionas, de los que voy a recoger aquí una breve pincelada. Curiosa la imagen y la semblanza de Hermenegildo Lobato, el rabadán de la cabaña de "Perales", que aparece cuidando un rebaño de ovejas en el valle de Valcabe, en Cardaño de Arriba. Singular el chozo de pastores de Cabriles, en Vidrieros; cómo los vecinos de Valcobero sembraban una finca de centeno que, una vez recogido y majado servía para la conservación del tejado de la "Benina", ejemplo de cubierta tradicional hasta que fue sustituída por la teja en el siglo XVII y que ha sido restaurada recientemente con la ayuda de La Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León y

Pastillas para la depresión

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A todo se le suele dar la vuelta cuando no encaja en nuestro pensamiento. Buscamos culpables al precio que sea, considerando que con un voto que metimos en la urna ya hemos participado y que todo lo demás es responsabilidad de quien se puso al frente. En la ciudad por lo que cobran. En el pueblo por lo que representan. En todos los casos, porque para eso les votamos... A la par, quienes ostentan el poder, lo llevan todo escrito e ignoran muchas veces el alcance de sus decisiones: hasta dónde les obliga un determinado asunto, por qué se posicionaron en contra de algo, cuando habían prometido lo contrario... Poco o nada que ver los fangos de los municipios grandes como Madrid con cualquiera de los pequeños municipios de nuestra provincia, que cuando se enfangaban en una obra millonaria, era por necesidad, por buscarle una salida turística y alargar como fuera la vida del municipio en las mejores condiciones. Si hay un ejemplo que poner, ahí está bien claro el de Jesús González, alc

Vamos p'al pueblo

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Un empeño que parece tranquilizar un poco a la comarca de Omaña, por ejemplo, es el de Israel Martínez, que con sus iniciativas ha logrado atraer a cuatro parejas jóvenes al municipio de Urz, perteneciente al ayuntamiento de Riello. Sólo que, en éste caso, se entiende el ánimo de los nuevos pobladores por su cercanía a León. Hace unos días, nuestro diario nos hacía un guiño con el anuncio de que 170 familias estaban interesadas en instalarse en la Montaña Palentina, movimiento vinculado al proyecto "Abraza la Tierra" al que se sumaba un grupo de acción local de nuestra montaña. No quiero poner en entredicho nada, ni valorarlo hasta que no se conozca el verdadero alcance de la misma, porque todos sabemos las dificultades por las que ahora pasan las personas que viven en tantos pequeños pueblos de nuestra provincia. Y todas las carestías que no se solventaron en tiempos de bonanza, tampoco ahora se repararán, dado el tiempo de recortes que nos está tocando. La apisonadora

Detener el tiempo

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Uno quisiera detener el tiempo. Detener, por un momento, esta estación del año que nos devuelve, si acaso, una imagen más humana del pueblo que dejamos; quiero decir, una imagen más serena, cuando pasada ya la barrera de los cincuenta años, volvemos por una "demanda del cerebro" muy usual y generalizada, a nuestros orígenes . Es una mirada diferente, exenta por lo común de grandes intereses, donde prima el encuentro con los caminos que tantas veces recorrimos, buscando los frutos, sobre el pescante de aquellos carros que, llegado este tiempo, se engalanaban de armaduras nuevas. De este modo lo resumía yo hace pocos años para el libro "Cervera, Polentinos, Pernía y Castillería": "Se procuraba terminar la faena para el día de Santiago, aprovechando todas las manos que estuvieran disponibles en casa. Para echar la hierba al carro se utilizaba el horcón. Para echar la paja, el gario. Para transportar grandes cantidades de hierba del prado a los pajares, al