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Historias de este mundo

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Todavía hoy, cuando cuento en familia pequeñas anécdotas que yo conocí en el contacto frecuente con la gente mayor de todos estos pueblos, me viene al pensamiento y, aún a riesgo de ser pesado repito, aquella frase que a pesar de un buen trecho de vida recorrido me dejó estupefacto. La pronunció una vecina de Camasobres hace ya muchos años, que nunca había salido del pueblo. Invitada a una ceremonia, probablemente una boda, llegó hasta Aguilar de Campoo y exclamó: "¡Qué grandísimu es el mundu!. ¡Llega hasta Aguilar y más allá!". Si uno se sitúa en el viejo Aguilar y, haciendo un ejercicio de memoria, viste a nuestra paisana con las ropas de la época: sayas, corpiños, basquiñas y acaso una blanca toca, tendrá ocasión de paladear por unos instantes la sensación de la mujer a la que sólo una cosa le impresiona: haber descubierto un mundo más allá del suyo. En su pequeño pueblo ella era la reina, cuándo arrastrándose sobre los surcos, cuándo moviendo sobre la placa los puch

Un paseo por el parque

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Gonzalo Alcalde Crespo, en los últimos libros que escribe sobre la montaña, ha manejado una extensa bibliografía. Si ya en la primera serie sobre las cuatro zonas naturales, Gonzalo se va implicando más y más a medida que se llena su maleta de historias, el regreso hacia el norte siempre le depara novedades y le empuja sin duda a buscar el apoyo y la versión de numerosos autores que estudiaron la tierra, desde nuestro paisano Laureano Pérez Mier, hasta Ricardo Becerro de Bengoa, Madoz, Quirino Fernández, Ángel Sancho Campo, Fray Justo Pérez de Urbel, María Luisa Montes Ramos y un largo etcétera de autores que han tocado más o menos alguno de los canales que conduce a nuestra historia. El río vuelve a su cauce. Los historiadores, que a su modo y manera nos hablan del nacimiento de estos núcleos, más que en la procedencia o en los rasgos de los repobladores insisten en las dificultades para sobrevivir en estos escabrosos terrenos. Pero, ciertamente, salvo sus propios lib

La última carta

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A Paco, en el aniversario Ahora nos invade la nostalgia y metidos de lleno en los cuarenta, afloran los recuerdos, se mueven los archivos de nuestra pequeña gran historia y regresan por momentos aquellos que se fueron y que a su manera nos hicieron más ligero el rutinario acto de vivir.  Nadie lo tiene fácil. La escritora albaceteña Alicia Giménez Bartlett, que en estos días anda promocionando “Secreta Penélope” (Seix Barral), reconoce en una entrevista que publica “El Correo”, “que todas las generaciones fracasan en sus sueños, porque estas son superiores a la evolución del hombre en el tiempo que dura una generación. El ser humano no puede realizar sus ilusiones”. Todos tenemos ilusiones. Francisco las tenía también. A mí me contó alguna en el hospital Río Carrión donde, tras su regreso de Perú, se recuperaba de una infección sin importancia, que no era tal y que un año después le quitaba la vida, esperando muy cerca de la Clínica Universitaria de Navarra un trasplante q

La tierra del Oso

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La misma incertidumbre que se cierne sobre el futuro del oso y que ha movilizado enseguida a Medio Ambiente, me invade a mí, nos invade a todos, con el asunto peliagudo de la despoblación. Esto es como un volcán que va perdiendo lava día tras día, anegando pueblos y comarcas que nosotros conocimos llenos de vida, pese a la sangría que los iba consumiendo en las últimas décadas del pasado siglo. Quiero devolverle los elegios a Rafael Palacios que, en sus "vientos del norte" pone sobre el tapete tantas preguntas a las que nadie nos responde. No importa que nos esmeremos en pedir soluciones, si quienes son responsables de llevarlas a cabo, duermen a pierna suelta. Fíjate, amigo Rafael, los ríos de tinta que han corrido en torno al caso "Adri". Falsedades, enchufes, estafas, prevaricación... Y los silencios en los que se han envuelto por miedo, por favores, por véte tú a saber cuántas historias que bien se ocupan de tapar los implicados. Y eso es una

Jaime, Guardo y su historia

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Muchos son los afanes que nos van devolviendo la sonrisa. Todo no lo vamos a gastar en lamentos. Guardo ya luce espléndido en la voz del maestro que un día llegó a este lugar de la provincia. Sabe Jaime García Reyero conjugar con precisión los elementos que han deparado este libro gordo, auténtico homenaje a las gentes que se asentaron en torno al monasterio de San Quirce, en principio, unas pocas familias mozárabes, a las que poco a poco se fueron uniendo otras familias cristianas de "La Liébana". Tres son los motivos en los que voy a fijar mi comentario y sobre los que gira la historia de esta tierra. De una parte, su pasado, con los monasterios y La Liébana, y de la otra, su presente, donde el mentor, aunque no lo exprese textualmente, se plantea la necesidad de darle más presencia, más autonomía, mayores medios; dotarle de todo aquello que pueda reactivar su imagen y mejorar la vida de quienes allí moran. Algunos investigadores atribuyen la fundación del monaster

Una montaña limpia y viva

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Aquí hombres valientes y comprometidos no hay muchos. Un ejemplo de auténtica defensa lo ha protagonizado Flaviano Casas Martínez, que durante años ha luchado en soledad contra los demonios más cercanos, con lo cómodo que resulta, dado el cargo que ocupa (tampoco lo sé, exactamente, ni tiene que importarme), esconder la cabeza bajo el ala y hacer la vista gorda como tantos otros en la misma situación hicieron. Pues Flaviano viajó hacia lugares de nuestra provincia donde la contaminación y el abandono eran la tónica general, tomando nota de los hechos, fotografiando, aportando pruebas. Ese es el premio de la Coherencia que debe dar Izquierda Unida de Guardo, a paisanos que luchan aquí a brazo partido, jugándose cada día el puesto de trabajo y envejeciendo rápidamente con una tremenda carga de soledad y la impresión de no haber conseguido nada. No conozco a Flaviano Casas ni a quienes se reúnen para otorgar el premio. Entiendo hasta cierto punto lo de distinguir a una

Una montaña limpia

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Al retomar este cuaderno en septiembre, recibo varios correos electrónicos de personas preocupadas por el medio ambiente. Preocupadas e involucradas activamente en la defensa de una montaña palentina limpia. De alguna forma, me siento empujado a emitir una opinión al respecto, aunque no pueda hacer granero ni vaya a implicar un cambio hacia balanza alguna. Más que emitir consejos ni esgrimir soluciones lo que quiero es preguntar como se pregunta el pueblo llano, los motivos que le llevan a un alcalde, en este caso a Alejandro Lamalfa, a decantarse por un proyecto que suscita tanta controversia. Me pregunto si ha sopesado bien los pros y los contras; si los puestos de trabajo que prometen quienes estudian instalarse van a determinar un cambio que merezca la pena. Y si ese riesgo contaminante que los opositores manifiestan es tan elevado y tan maligno. Me refiero, en concreto, a la planta de tratamiento de pilas usadas que se quiere poner en marcha en la zona de Santullán.