Entradas

Tiempo al tiempo

Imagen
Es pronto para decir que hemos fracasado estrepitosamente en todo. Pueden fracasar los empresarios, que solos, o coaligados con otros no desarrollaron la publicidad adecuada. Pueden fracasar los políticos, que por diferencias de pensamiento no dieron con el camino o se negaron a encontrar una mesa en la que pudieran hablar todos. Pueden fracasar los técnicos, que no ven el momento ni el lugar para plasmar sus objetivos. Pero eso no debe afectar a la marcha de un pueblo. Porque un pueblo lo compone mucha gente que ya estaba allí antes: ganaderos, mineros, comerciantes... y todos están verificando un cambio. Bilbao, por ejemplo, en cinco años se ha convertido en un foco turístico, pero no se puede pedir un cambio radical en pueblos como los nuestros que han vivido aislados. Si alguien pensó llegar y triunfar con su política turística en cosa de dos años, es obvio que estaba equivocado.

Un pueblo en pie (II)

Imagen
Estamos en la cola de la provincia, en la cola del mundo. Tenemos a la suerte de espaldas. Vamos a la zaga de todo. Ahora que no hay gente se levanta un hospital en Cervera para compensarnos. Creemos que sea un hospital. Queremos que sea un hospital y, aunque tarde y en condiciones mínimas, agradecemos el gesto por las gentes que quedan. Ahora que el futuro de una de nuestras empresas más emblemáticas está en el aire, parece que se acelera la autovía del Cantábrico, como si fuéramos contra corriente, como si algo nos condenara a tomar con una mano la miel, sin dejar de apoyar sobre nuestros labios un hisopo cargado de vinagre. Mucho se habla. Mucho se escribe. No hay rosas sin espinas. No hay camino sin cuesta. Frente a la desolación, todos unidos. Algún resquicio tendrá el muro poderoso que os niega el sosiego. Y ya nos acoplaremos como sea a las manifestaciones de futuro-.

Un pueblo en pie (I)

Imagen
Paulo Coelho, recordaba en un artículo publicado hace unos años una leyenda en la que el protagonista se iba enfrentado a los males con una sonrisa. "No hay mal que por bien no venga". Algo parecido a lo que sucedió con "Fontaneda". Aguilar de Campoo, ahora mismo, es un vergel de galletas. Siro y Gullón han sabido darle la vuelta a aquella historia de decepción y miedo que nos trajo Nabisco. Naturalmente, para quienes están implicados en la lucha, para quíenes viven en la misma villa y suponen lo que implicaría perder una empresa que nació aquí y que llegó tan lejos, no pueden acabarse los argumentos y las movilizaciones. Nunca. Es una especie de Moisés el pueblo ante el Faraón que no se ablanda. Pero crece la imagen cada día que pasa, se van sumando días por Aguilar a las portadas de éste y de otros diarios y revistas. Yo no sé si nuestros antepasados fueron guerreros o bucólicos, pero sé que hoy no puede decirse de nadie que no esté preocupado por esta falacia

La importancia debida

Imagen
Las cosas no tienen ni más ni menos importancia que la que se les quiera dar. Para mucha gente, yo me incluyo, volver a los orígenes es tan importante que de ello depende en buena medida la suerte de un año. Me refiero a la suerte en general, en el amor, en el trabajo, en el coraje que necesitamos para pasar medianamente muchos de los muros que se nos levantan en la senda diaria. Vivo de revelar imágenes, pero por muchas fotos que uno tire o que revele uno de tantos otros como pasaron por estos lugares, siempre hay un hueco por llenar, una foto que falta, un paisaje que sabes que existe pero que nadie ha podido mostrarte todavía tal y como tú lo concibes en tu mente. Cada día que transcurre aumenta la nostalgia por la tierra que tan adentro llevo. Y cada día me cuesta más explicar esto. Por eso les doy tanta importancia a los rincones de esta tierra.

Los chozos como almas

Imagen
El "Vitruvio" que cuenta en mi página web Gonzalo Alcalde es casi una estampa ya para el recuerdo. Hace ya algunos años realicé un reportaje fotográfico en la Sierra de Herreruela de Castillería, allá donde los chozos y las majadas se asoman al valle de Mudá. Aquello era la gloria: los chozos como almas y al fondo la llanura. A Polentinos venía todos los años una familia de Salamanca. El padre, Juan; la madre, Ulpiana y tres hijos solteros: Perfecto, Román y Bonifacia. Con ellos venían también dos hijos ya casados, acompañados de mujeres e hijos. Y todos ellos se repartían en dos chozas pequeñitos situados en las majadas de Linares y el Pendillo. Claro que, en aquellos años, los chozos se prestaban a todo porque los pueblos se molestaban en cuidarlos. Vitruvio y sus anhelos me devuelve la estampa de la Sierra, cuando los chozos eran como almas gigantes, puestas allí por la naturaleza para refugiar al caminante.