Entradas

Después del encanto

Imagen
Sigo con interés todas las historias que en los últimos años se vienen publicando en los periódicos sobre la Montaña palentina. Con interés y con preocupación. Más de lo segundo que de lo primero, porque ni machacando la piedra, como nos auguraron, se hace agujero, se consigue el afianzamiento mil veces pronosticado. Y lo sabemos. Y no podemos hacer nada. Es importante que antes y después de estas palabras: que antes y después de este escrito, vengan otros, que canten aquellos que lo sienten y lo viven de manera distinta y que sus cantos minimicen así nuestro presunto abatimiento. Si hay cien personas en un pueblo y a las cien les preguntan lo mismo, te darán cien respuestas distintas. Sabes que habrá cien puntos encontrados, cien capítulos de una historia diminuta que lo aúnan todo: progreso y decadencia, envidia y duelo, desprecio y remordimiento... Todo el mundo sabe desde hace mucho tiempo que los pueblos se mueren. No se puede evitar que mueran las personas que trabajan en

¿Hay alguien ahí fuera?

Imagen
Desde pequeño, como la niña que recrea el personaje de Jodie Foster en la película ‘Contact’, siempre me sentí atraído por el misterio de otros mundos. Frente a la soledad a la que el ser humano debe encararse cada día y a los grandes acontecimientos que cambiaron la visión de las cosas, hemos tenido la suerte de nacer en una época jalonada de acontecimientos y de avances.   Hace unos años, cuando conocí a través de los medios de comunicación que existía una agencia en Barcelona que contrataba viajes al espacio para primeros del 2000, hice una fotocopia y se la entregué a un amigo apasionado de todo aquello relacionado con la ciencia. “Piden quince millones por un viaje de una semana” —le advertí. “¿Sólo quince millones? Eso es un regalo. ¿Tú sabes lo que eso significa?”. Y entonces comprendí que no necesitaba preguntarle más. A través de un cristal imaginario, vi mi cara de niño contemplando el cielo desde un monte cercano a nuestra casa. Éramos cosas diminutas frente a aquel Univ

Charly, 007

Imagen
Voy deprisa. El mismo día que el agente 007, Pierce Brosnan, se lanza al vacío desde uno de los edificios que da vista al Museo Guggenheim, me llama Charly, el empresario de Lantadilla, que expone en la feria de muestras de Bilbao, al lado de otras empresas de Castilla y León, que traen productos de nuestra tierra con nuevos envoltorios, otros sabores y la intención loable de llegar a más gente. Vamos corriendo. Me lleva Leandro Arúe, amigo de ambos y al llegar al stand nos fundimos en un abrazo. Enseguida se pierde por una puerta para volver a entrar con dos copas en las que vierte un orujo de hierbas exquisito. Me habla de sus proyectos inmediatos. Cuenta un chiste, cuenta otro chiste, llama a la puerta de quien exhibe la morcilla de Burgos, en otro lugar le llenan una bandeja de chorizo, más allá de cecina... Aureliano mete entre los dedos un habano adquirido en la isla y borda cada encuentro. De todas las provincias llegan gentes buscando su producto. Su último contacto, real

El mal de todos

Imagen
Nadie está libre de las miserias de este mundo. Nadie. El dinero y la inteligencia abrirán puertas. Los títulos y los trajes podrán vestirte de prestigio. La escuela de la vida te aliviará el camino. Y si, además, tienes un poco de suerte, te sonríe la fortuna, te arropa la familia y los amigos, el camino se te hará más ligero, pero ni siquiera con todas las cartas de tu parte encontrarás ese camino de rosas que soñaste. John Bayley lo sabe bien. El autor británico refleja en su libro “Elegía por Iris”, cómo él, “un joven académico espectacularmente ignorante respecto a las cosas mundanas, se quedó prendado de Iris Murdoch...”, como ambos tomaron la decisión de no tener hijos, absorbidos por unas carreras deslumbrantes. Escritores de reconocido prestigio en su país, montados en una línea que parecía no romperse nunca, llegan al ocaso de su vida y se dan de bruces con el terrible mal de Alzheimer. Ese es el mal de todo el mundo. Nos olvidamos que está latiendo ahí, hasta que nos en

Luther King o el sueño... [de Obama]

Imagen
Para un hombre como Martín Luther King, que no era demócrata, que no era republicano, que ni siquiera se consideró nunca norteamericano, el sueño que soñó para los 22 millones de negros se vio interrumpido por una bala que le entró por el cuello el primer jueves de abril de 1968. Dicen del asesino que le gustaba lucir públicamente su racismo, que balbuceaba palabras en español (de la época en que regentó un bar en Méjico) y que se inscribe en un curso por correspondencia para aprender a abrir candados sin llave. Dicen del asesino, que huye, se transforma, burla al FBI mil veces y que, aún hoy duerme en la cárcel sin haber contestado a la pregunta: ¿Por qué? Lo cierto es que, el autor de “Marcha hacia la libertad”, admirador de Gandhi, también Premio Nóbel de la Paz, estaba convencido de su lucha pacífica. “Os destruirémos con nuestra capacidad de aguante””Para ganar nuestra libertad, le hablaremos a vuestro corazón y a vuestra conciencia, y al final venceremos”. Y el mismo año que

Rito animal

Imagen
Froilán De Lózar Unos días antes de que Jesús Sánchez Merino, vecino de Matabuena (Segovia) denunciase los malos tratos que acabaron con una burra de su propiedad y causaron graves daños a otra, ambas en avanzado estado de gestación, el director de un periódico de Valladolid me explicaba por teléfono las razones que aconsejaban no publicar el artículo “Rito animal”, que a primeros del pasado año viera la luz en el “Diario palentino”. Una de las razones esgrimidas para el rechazo de la citada crónica, era el matiz desagradable que despedía, en constante referencia a animales que siempre se utilizaron para la tradición. “Y tú sabes el renombre y la importancia que tantos pueblos de Castilla y León han alcanzado gracias al eco de esas fiestas”.  No soy ecologista. Tampoco soy naturalista. Expongo en este rincón mis pensamientos sin más ambición que la de comunicarme con un pequeño y fiel grupo de amigos. No pertenezco a ninguna Asociación y es probable que alguno de m

La rosca infinita

Imagen
Nada cambiará tanto como para ignorar nuestra procedencia. Hemos corrido mucho. Los últimos tramos de este siglo han sido carreras desbocadas, aceleradas. Pisotones. Ya hemos llegado. ¿Qué nos espera?¿Quién nos espera?¿A quién esperamos? Si hay algo que de verdad me inquieta es el punto final de tanto pronóstico. Porque aquí venimos a divagar no en la manera quijotesca de los videntes, sino en la inquietud y la pregunta de tantos millones de mortales. Se descubre el mundo. Se planea. Edificamos sobre él. Innovamos a velocidades supersónicas. Todo está bien, pero no encontramos el punto exacto, el momento ideal, el soporte perfecto que nos sirva ya como camino definitivo. Es evidente que debemos proyectarnos a un futuro, a un espacio sin puerta, a una historia sin final. Parece que la inquietud no nos dejará nunca. Y la ambición tampoco. Después de clonar una oveja no cejaremos hasta clonar al ser humano; después de subir a la luna, vamos buscando vida en Marte. Y lo que nos cabrea n