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Vuelvo hacia el norte retomando el rastro de las viejas palabras

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No vives en el pueblo, mandan las historias, pero te llegan los periódicos y algo de lo que pasa te provoca para que tomes parte de vez en cuando en la vida que dejaste, ahora muy mermada, como gran parte de las cosas que ayer fueron noticia. Ahora todos hablan de "La Montaña Palentina", pero pocos la entienden y casi todos se repliegan y callan cuando desde las altas instancias regionales (cuatro o cinco individuos vestidos de un poder temporal) nos anuncian una serie de medidas que se pondrán en marcha para "preservar" -dicen- este espacio natural que han descubierto. Ahora los descubridores pretenden marcarnos con un hierro, señalarnos los caminos que debemos tomar, habilitarnos pistas para llegar a los lugares, siempre, eso sí, dejando retozar al oso pardo, que es la causa primera y fundamental para este nombramiento. Se sabe que los descubridores nunca dejaron buen sabor de boca allí donde clavaron la bandera. No conformes con visionarlo y saberse partí

Rueda Clemente

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Estoy en contra de la destitución de Clemente, pero no entiendo de futbol. Aunque escribo estas letras porque le han botado personas que tampoco entienden. Supuestamente, le han botado los comunicadores, quienes trabajan en los medios. Gentes que hablan y escriben mucho, que narran acontecimientos deportivos, pero que, en general, nunca han ocupado el puesto de entrenadores. Luego tampoco entienden ni valoran en su justa medida la marcha de alguien, la escapada exigida –según el tono de los narradores– casi a punta de pistola por un grupo de seguidores ansiosos de victoria. No sé en otros lugares, pero aquí tenemos asumido que el contrario es siempre peor. Que si gana el contrario somos malos; es decir, la victoria o el desmantelamiento. No queda alternativa. Es curioso: creemos resuelto el asunto botando a un individuo que no juega. Criticamos a Gil en su momento por el ininterrumpido baile de entrenadores, y ahora nos colocamos a su altura para empeñarnos en ganar, aunque s

Un refugio en la Sierra

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Los hijos de Felipe Calvo, a través del “Diario Día” me hacen llegar un libro editado por la Diputación de Palencia, en homenaje póstumo a ese gran humanista y Académico palentino que fue su padre. En uno de los artículos, “El mejor establo del mundo”, el profesor hace referencia al refugio que en 1974 se comenzó a construir en la Sierra de Brañosera. “En aquel paraje impresionante –cita en un artículo remitido a este diario– al que se llega por una carretera labrada en la roca, una roca de varios kilómetros que ofrece a ambos lados hermosos brezos y sabrosos arándanos, en aquél paraje —digo— alguien, no sé quién, trató de hacer un refugio de montaña para hombres, cuando, por lo visto, lo que allí se necesitaba era un redil y una cabaña”. El 15 de febrero de 1998, hace sólo unos días, Ángel Casas Carnicero nos cita en el artículo “Recuerdos de Brañosera”, publicado en el Norte de Castilla: “Froilán de Lózar escribe que ahí se gastaron mil millones y que no hubo transparencia. Es

Hemeroteca 1996-1997

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Hemeroteca: 1996-1997 Cartas a los diarios Información de periódicos y revistas nacionales y extranjeros Seguimiento semanal de la noticia Impresiones Una complicada red de sendas A mí lo de la senda o el camino del oso no deja de producirme hastío. Es una sensación como de película visionada mil veces. Los panfletos llenan los mostradores de las casas rurales y la prensa nos lo repite una vez tras otra  en los reportajes del domingo.  Llevamos camino de convertir la montaña en una multicolor y complicada red de sendas. Casi todas nos llevan hacia el olvido o hacia el oso. Al sueño más bien de ver al oso.  Los encargados del turismo, o a quienes les luce el pelo con las subvenciones de los distintos gobiernos, se afanan en promocionar los caminos que conducen al dichoso animal.  Nadie se acuerda de los caminos que  nos llevan al hombre. Vayas donde vayas, hacia Pineda o Cueva Cobre, o hacia el maravilloso mirador de las Tuerces, te encuentras caminos de grava y lodo,

Viaje al otoño, punto final

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Decir adiós y no marcharse nunca Decía mi abuela que, para algunos seguirás siendo enemigo aunque mees agua bendita. Y las abuelas llevan mucha razón, porque ya están curtidas y a la vuelta de tantas cornadas como les dio la vida.  Con este recorrido personal hacia el Otoño he querido revivir viejas historias sin ánimo de encontrar nada especial, con la vista puesta en estas largas vegas ahora rociadas con el anuncio del invierno. He vuelto al Norte que me dio la vida, San Salvador de la leyenda, a los pueblos que sentimentalmente recorrimos hace años:  Herreruela, pueblo pequeño, el último de la Castillería, en cuya vieja Casona un vecino de Cervera quiere abrir un Museo; Celada de Roblecedo, el más grande de la comarca en otro tiempo, antes de la explosión de futuro que promovió la industria; San Felices, Estalaya y Verdeña, patria de Matías, en la misma boca de los lobos. Tremaya, donde casó Luis Guzmán después de ejercer como maestro en una escuela derrumbada: Los Redondos,