La guerra de Teodora
Tenía noventa y tres años cuando la conocí. Nacida en Lebanza, en el seno de la familia Calvo, vivía en Brañosera, casada en dos ocasiones, y en las dos ocasiones con dos viudos en ese pueblo de montaña. Cuando empezó a desgranarme su vida, porque tenia hambre de diálogo y las llagas de aquella contienda del 36 todavía le sangraban, sabía que de allí había de salir una historia interesante. Ordené los papeles y las fechas y la remití a un premio de novela que convocaba el semanario de Valladolid, "La Tribuna de Castilla". Con aquella novela modificada varias veces para adaptarla a las bases del concurso, obtuve en el 2000 el Primer premio, que incluía, además del dinero en metálico, la publicación de la obra, bases que los patrocinadores nunca cumplieron. Todos los sábados, a última hora de la tarde, en compañía de mi mejor amigo, me dirigía a su encuentro. Recuerdo que, para ir, cogíamos la desviación en Salinas y el regreso lo hacíamos por el camino opuesto; tom