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Carmen de Mier

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Entre las historias que narra, recuerda que Reinosa en una época perteneció a la provincia de Palencia +Carmen de Mier, Folklorista  Subió por el hondo «El Ponzo», por la peña Picona arriba, hasta que dio vista al collado. Subió por entre las peñas del Moro, las que describía Matías Barrio y Mier en la leyenda, y bajó a dar a las tierras del convento. Al llegar a Redondo se lo cuenta a otras vecinas y éstas se echan las manos a la cabeza: «¿Pero cómo se te ocurrió hacer eso? Algún día te pasa algo y no nos enteramos». Carmen de Mier, a sus 83 años, ve la vida mucho peor que antiguamente. Su historia ha sido un largo peregrinaje por los montes, desde pequeña con las vacas, a dormir con el ganado en los puertos o donde se terciara. Carmen de Mier enseguida intuye a lo que vengo. Deja la casa a medio hacer y, antes de sentarnos para comenzar la entrevista, saca de un cuarto de la casa varios libros. Uno de ellos habla de los escudos de Redondo; otro, que escribe un paisano de Lores, A

El Parque Natural (II)

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Es posible que algunos voten a favor del Parque Natural, pero ello no significa que no deba considerarse a quienes dicen no, y que por ahora son mayoría. Si como nos aseguran, existe la democracia, y la democracia es: "una forma de gobierno basada en la soberanía popular ejercida a través de los representantes libremente elegidos, no pueden nuestros representantes obligamos a tomar algo con lo que no estamos de acuerdo. Si personalmente estoy a favor -siempre que las normas se firmen convenientemente y las firme el pueblo y quienes llevarán el peso de su puesta en marcha-, no puedo ir en contra de quienes viviendo en la comarca lo rechazan. Otra vez más la Administración les aplica la norma sin importarle lo que digan las urnas, ni siquiera en un asunto que tanto les concierne, donde se dilucida el futuro de su monte y de su casa. Es decir, no sólo no les dan nada, sino que les intervienen lo poco que les queda. ¿Qué podemos hacer? Yo de momento me conformo con que me deje

El Parque Natural (I)

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Unos señores, cuyo nombre no se cita, escribieron dos gruesos tomos por mandato de otros dos señores que un día vinieron por aquí a tomar unas copas. Unos y otros, que son listos, que son muy listos, que con un mapa del ejército en la mano ya ¡ntuyeron qué lugares son de pasto, qué lugares son de caza, la hora en la que el oso pardo bajará a tomar el agua a tal camino ... digo que a esos señores que saben aprovechar su tiempo al máximo no les apetece discutirlo. "Aquí les mando esto -han dicho-. Que se lo lean. Con un ejemplar para cada pueblo es suficiente. Nosotros, que somos los que tenemos la última palabra, estamos decididos a declarar la zona Parque Natural y lo haremos pese a cuanto de negativo pudieran encontrar ustedes. Hemos trazado una serie de normas, una serie de prohibiciones y una serie de multas para que las cosas marchen por su sitio y no haya nada que discutir del lema... ". "Esperando que sea de su agrado, se despiden atentamente". Y a c

Apolinar Fernández de Lózar

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«El norte de la provincia es lo más bonito que hay en toda España» +Apolinar Fernández de Lózar, Almacenista de patatas. Apolinar Fernández nació en la casa rectoral de El Campo. Pasó sus primeros años en San Salvador. En Cardaño empezó a trabajar como autónomo, cambiando sus mercancías por patatas. Cuando reunió quince mil kilos y después de un largo caminar con la muestra en el bolsillo, coincidió en un fonda con un importante comprador de Madrid, Francisco Fernández Leal, al que vendió las patatas a 25 céntimos el kilo. Así fue como este pariente y paisano, que se confiesa amante de la montaña palentina, se inició en un negocio que dio trabajo a muchas mujeres de la comarca de Valderredible, otra vez instalado definitivamente en Quintanilla de las Torres. Nadie creería al ver a este hombre, que tiene 93 años. Sale todos los días por la mañana a recorrer el pueblo que le recogió en junio de 1936, un mes antes de estallar la Guerra Civil. Baja al mercado de abastos de Aguilar y la ge

Villablino, por ejemplo

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Cuando Felipe González justificaba los ocho mil millones de gastos en el Congreso de los Diputados, yo me acordaba de los pueblos de la montana palentina. Quizá sea una parábola lo que voy a exponer, pero confío que alguien me entienda. En el Congreso de los Diputados hay más o menos, -más menos que más-, la misma gente que en cualquiera de las cuatro comarcas del norte palentino, eso contando a ujieres, limpiadoras, taquígrafos, estenotipistas etc... En las dos partes hemos de hablar de minorías. Ahora bien -que me reprendan si me equivoco: representar al pueblo no implica una diferencia, ni una consideración especial, pues cobran religiosamente un buen sueldo que entre todos pagamos y a nadie le han pedido explicaciones para invertir tal suma de dinero en arreglar asientos y adecentar en general los salones del Palacio. Nosotros, yo creo que con 4.000 millones, o sea, con la mitad, nos arreglábamos para poner en movimiento estas zonas deprimidas de la provincia. Pero como n