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El Parque Natural (II)

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Es posible que algunos voten a favor del Parque Natural, pero ello no significa que no deba considerarse a quienes dicen no, y que por ahora son mayoría. Si como nos aseguran, existe la democracia, y la democracia es: "una forma de gobierno basada en la soberanía popular ejercida a través de los representantes libremente elegidos, no pueden nuestros representantes obligamos a tomar algo con lo que no estamos de acuerdo. Si personalmente estoy a favor -siempre que las normas se firmen convenientemente y las firme el pueblo y quienes llevarán el peso de su puesta en marcha-, no puedo ir en contra de quienes viviendo en la comarca lo rechazan. Otra vez más la Administración les aplica la norma sin importarle lo que digan las urnas, ni siquiera en un asunto que tanto les concierne, donde se dilucida el futuro de su monte y de su casa. Es decir, no sólo no les dan nada, sino que les intervienen lo poco que les queda. ¿Qué podemos hacer? Yo de momento me conformo con que me deje

El Parque Natural (I)

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Unos señores, cuyo nombre no se cita, escribieron dos gruesos tomos por mandato de otros dos señores que un día vinieron por aquí a tomar unas copas. Unos y otros, que son listos, que son muy listos, que con un mapa del ejército en la mano ya ¡ntuyeron qué lugares son de pasto, qué lugares son de caza, la hora en la que el oso pardo bajará a tomar el agua a tal camino ... digo que a esos señores que saben aprovechar su tiempo al máximo no les apetece discutirlo. "Aquí les mando esto -han dicho-. Que se lo lean. Con un ejemplar para cada pueblo es suficiente. Nosotros, que somos los que tenemos la última palabra, estamos decididos a declarar la zona Parque Natural y lo haremos pese a cuanto de negativo pudieran encontrar ustedes. Hemos trazado una serie de normas, una serie de prohibiciones y una serie de multas para que las cosas marchen por su sitio y no haya nada que discutir del lema... ". "Esperando que sea de su agrado, se despiden atentamente". Y a c

Apolinar Fernández de Lózar

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«El norte de la provincia es lo más bonito que hay en toda España» +Apolinar Fernández de Lózar, Almacenista de patatas. Apolinar Fernández nació en la casa rectoral de El Campo. Pasó sus primeros años en San Salvador. En Cardaño empezó a trabajar como autónomo, cambiando sus mercancías por patatas. Cuando reunió quince mil kilos y después de un largo caminar con la muestra en el bolsillo, coincidió en un fonda con un importante comprador de Madrid, Francisco Fernández Leal, al que vendió las patatas a 25 céntimos el kilo. Así fue como este pariente y paisano, que se confiesa amante de la montaña palentina, se inició en un negocio que dio trabajo a muchas mujeres de la comarca de Valderredible, otra vez instalado definitivamente en Quintanilla de las Torres. Nadie creería al ver a este hombre, que tiene 93 años. Sale todos los días por la mañana a recorrer el pueblo que le recogió en junio de 1936, un mes antes de estallar la Guerra Civil. Baja al mercado de abastos de Aguilar y la ge

Villablino, por ejemplo

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Cuando Felipe González justificaba los ocho mil millones de gastos en el Congreso de los Diputados, yo me acordaba de los pueblos de la montana palentina. Quizá sea una parábola lo que voy a exponer, pero confío que alguien me entienda. En el Congreso de los Diputados hay más o menos, -más menos que más-, la misma gente que en cualquiera de las cuatro comarcas del norte palentino, eso contando a ujieres, limpiadoras, taquígrafos, estenotipistas etc... En las dos partes hemos de hablar de minorías. Ahora bien -que me reprendan si me equivoco: representar al pueblo no implica una diferencia, ni una consideración especial, pues cobran religiosamente un buen sueldo que entre todos pagamos y a nadie le han pedido explicaciones para invertir tal suma de dinero en arreglar asientos y adecentar en general los salones del Palacio. Nosotros, yo creo que con 4.000 millones, o sea, con la mitad, nos arreglábamos para poner en movimiento estas zonas deprimidas de la provincia. Pero como n

Justo Franco

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«Un minero nunca sabe cuándo ni cómo va a salir de la mina» Justo Franco, minero. Tiene los ojos negros como el carbón que amasaron sus manos. Tiene las manos recias. Siente desde la izquierda y entiende el quejido de la montaña desde que se instaló en Urbaneja. Debido a los escasos recursos de su familia no pudo acceder a los estudios, salvo a las primeras letras de la escuela. Justo Franco entró en la mina con tan sólo 17 años. Su visión sobre algunas cuestiones, a primera vista simples, se aleja significativamente de la que pueden tener todos aquellos que contemplan el norte de la provincia en calidad de «turistas accidentales ».Justo Franco reivindica su condición de perniano, «siempre me he sentido perniano, he nacido en Barruelo, estuve trabajando allí y allí voy cuando puedo, pero ahora mismo no cambio esto por nada». Froilán de Lózar. LA PERNIA Tú has sido picador en la mina Eugenia», ¿Cómo es un minero, cómo siente un minero? Una vez que entras para adentro, ya n

¿Quién sabe cómo y cuándo?

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La tensión que ha suscitado en la comarca el hallazgo de unos restos humanos bajo el puente de Polentinos no es un milagro para nadie, ni parece descabellado el hecho de una tumba que sirviera de seguro a unos asesinos meticulosos, sabedores del olvido en el que vive sumergida la zona durante muchos meses al año. La casualidad quiso que alguien que pasaba por allí tropezara con ellos y volviera a barajarse la posibilidad de un encuentro con los restos de dos personas jóvenes, sin descartar, en los primeros momentos, a las dos muchachas de Aguilar, cuyas familias han vivido un infierno, con la angustia más desesperante atenazándoles el cuerpo, bajo el constante martilleo de la pregunta del locutor de moda que nunca halló respuesta ni señal para romper esas tenazas. Yo, como los pueblos donde se comenta el hecho del hallazgo donde hace su primera balsa el Requejada, quisiera creer en la remota posibilidad de que se tratara de restos humanos del cementerio que quedó anegado por l

Asunción García Antón

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«Hemos ido perdiendo tradiciones que nunca podrán recuperarse» Asunción García Antón [Panderetera] Asunción García Antón nació en Arbejal, pero como dice su copla, reside en la calle del Castillo, en la localidad palentina de Cervera de Pisuerga. Cuando le pregunto de dónde le viene el arte de tocar la pandereta, no sabe definirlo, pero sí, que surgió cuando era una niña y sus padres no ganaban ni siquiera para una pandereta, ella ya iba ensayando sobre su pecho con los dedos. El grupo de Arbejal, que inició su andadura hace 20 años, se ha extinguido dejando tras de sí una bella página de folclore montañés auténtico. El grupo de Arbejal empezó hace veinte años de la mano de Enrique Delgado. Cansado de zapatear los escenarios y con muy pocos auspicios de relevo en las nuevas generaciones, se ha disuelto. Asunción está muy enojada por la mala utilización que están haciendo de su imagen y de sus trabajos. Nadie le ha consultado para sacarle en algunos libros y revistas y para colmo, este