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Justo Franco

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«Un minero nunca sabe cuándo ni cómo va a salir de la mina» Justo Franco, minero. Tiene los ojos negros como el carbón que amasaron sus manos. Tiene las manos recias. Siente desde la izquierda y entiende el quejido de la montaña desde que se instaló en Urbaneja. Debido a los escasos recursos de su familia no pudo acceder a los estudios, salvo a las primeras letras de la escuela. Justo Franco entró en la mina con tan sólo 17 años. Su visión sobre algunas cuestiones, a primera vista simples, se aleja significativamente de la que pueden tener todos aquellos que contemplan el norte de la provincia en calidad de «turistas accidentales ».Justo Franco reivindica su condición de perniano, «siempre me he sentido perniano, he nacido en Barruelo, estuve trabajando allí y allí voy cuando puedo, pero ahora mismo no cambio esto por nada». Froilán de Lózar. LA PERNIA Tú has sido picador en la mina Eugenia», ¿Cómo es un minero, cómo siente un minero? Una vez que entras para adentro, ya n

¿Quién sabe cómo y cuándo?

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La tensión que ha suscitado en la comarca el hallazgo de unos restos humanos bajo el puente de Polentinos no es un milagro para nadie, ni parece descabellado el hecho de una tumba que sirviera de seguro a unos asesinos meticulosos, sabedores del olvido en el que vive sumergida la zona durante muchos meses al año. La casualidad quiso que alguien que pasaba por allí tropezara con ellos y volviera a barajarse la posibilidad de un encuentro con los restos de dos personas jóvenes, sin descartar, en los primeros momentos, a las dos muchachas de Aguilar, cuyas familias han vivido un infierno, con la angustia más desesperante atenazándoles el cuerpo, bajo el constante martilleo de la pregunta del locutor de moda que nunca halló respuesta ni señal para romper esas tenazas. Yo, como los pueblos donde se comenta el hecho del hallazgo donde hace su primera balsa el Requejada, quisiera creer en la remota posibilidad de que se tratara de restos humanos del cementerio que quedó anegado por l

Asunción García Antón

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«Hemos ido perdiendo tradiciones que nunca podrán recuperarse» Asunción García Antón [Panderetera] Asunción García Antón nació en Arbejal, pero como dice su copla, reside en la calle del Castillo, en la localidad palentina de Cervera de Pisuerga. Cuando le pregunto de dónde le viene el arte de tocar la pandereta, no sabe definirlo, pero sí, que surgió cuando era una niña y sus padres no ganaban ni siquiera para una pandereta, ella ya iba ensayando sobre su pecho con los dedos. El grupo de Arbejal, que inició su andadura hace 20 años, se ha extinguido dejando tras de sí una bella página de folclore montañés auténtico. El grupo de Arbejal empezó hace veinte años de la mano de Enrique Delgado. Cansado de zapatear los escenarios y con muy pocos auspicios de relevo en las nuevas generaciones, se ha disuelto. Asunción está muy enojada por la mala utilización que están haciendo de su imagen y de sus trabajos. Nadie le ha consultado para sacarle en algunos libros y revistas y para colmo, este

El valle de sus amores

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Todos los año, cuando agosto deja sentir los últimos latidos, me dirijo a La Laguna, un pueblo del Valle de Polaciones. Allí coincidí un día con el alcalde de Quintana, amante del rabel, que gusta de evocar por estas fechas los temas tradicionales cántabros, en compañía de amigos campurrianos que van de fiesta en fiesta por cuatro perras, como hacíamos nosotros por estos pagos. Uno de sus amigos, después de evocar la fiesta de Carmona, o la de "los Campanos", típica de la "Viaña", antes d comenzar a cantar realiza su propia presentación ante vecinos del lugar y personas que acuden de los pueblos cercanos.   Cuenta que, cuando los de Polaciones venían de servirse de Cervera con el vino y el pan, estaban celebrando una boda en La Pernía y dice que, cuando se asomó uno de los invitados a la ventana y vio pasar los carros de los de Polaciones, dijo de esta manera: Abrir puertas y ventanas y también los corredores, veréis pasar en hilera los "tochos" de

Manuel Llano

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Hace cincuenta y seis años, el día 1 de 1938, murió Manuel Llano, folklorista montañés, colaborador de diversos diarios, a la edad de 38 años, después de haber conseguido la admiración de Miguel de Unamuno, quien dijo de él: "Llano tiene más y mejor que el conocimiento de la lengua castellano-montañesa, tiene el sentimiento de ella". Este cántabro, de Cabuérniga, valle de artesanos y pastores, amigo de Gerardo Diego, guiado por José María de Cossío y matado por la guerra, escribe en la dedicación de "Mitos y leyendas" : "Han tocado el rabel polvoriento de sus leyendas, y he escuchado sus sones fuertes, débiles, suaves, temblorosos, de viejo, de niño, de doncella, para dárselos al mundo como un regalo del espíritu antigüo de la raza". Cossío escribiría después sobre la obra del amigo: "Su comprensión de lo más elemental y permanente de la Montaña, le alejó de ser escritor costumbrista, ya que la costumbre es lo más sujeto a mudanza; de ser histo