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Mariano Ruesga, cantero

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Un cantero parado por el decreto 108 Mariano Ruesga, cantero Mariano está indignado. No tiene miedo ni al juez, ni a los corruptos, ni al sistema que reiteradamente le niega la esperanza. Nació en Urbaneja, a la orilla de la intransitable carretera C-627 Burgos-Potes. Su padre mantuvo una serrería en el mismo lugar, camino de Lores. La piedra de aquellas canteras se luce hoy en chalets de Cervera y también en los ayuntamientos de San Salvador. Mariano Ruesga habla mucho de su situación. Se declara rebelde hacia casi todas las normas que parecen tendernos a diario los políticos. Como Mariano Ruesga, la montaña palentina es un clamor constante, una herida que sangra, un fuego sofocado aparentemente en la distancia que rebulle y se confirma en las expresiones sinceras de estos ojos, decididos a todo, hasta llegar incluso a la rebelión. Si en el norte de Palencia nadie lo remedia. condenando a estas comarcas a los parcheos, la semilla de la desolación se irá extendiendo y hombres como M

La comarca desconocida

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Lo del turismo viene de muy lejos. No es cuestión de tirarse lisonjas. Cuando León Herrera Estéban, ministro de Información y Turismo, inauguró el Parador Nacional "Fuentes Carrionas", se anotaron como básicos tres puntos para la promoción y lanzamiento de la zona: accesos, residencias e instalaciones, que suponían tres objetivos a cumplir, sin los cuales -y copia literalmente al periodista que comentó la noticia- esta zona seguiría siendo "un poco así a nuestra bella desconocida catedralicia". ¿Qué ha ocurrido para que los proyectos se quedaran en eso y esta comarca siguiera siendo la desconocida que no querían que fuera? Porque, en primer lugar, la carretera es un infierno por todos los conductos de montaña, la hospedería se mantiene en verano con muchas dosis de sacrificio, y las instalaciones, o sea, telesillas y estaciones invernales, nunca prosperaron. Ahora, con el reciente premio de turismo que acaba de concedérsele a Cervera, vuelve a tomar posición la

Todos no somos iguales

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Todos no somos iguales. Ni ante los demás, ni ante la ley. Un joven de la localidad de Urbaneja, Mariano Ruesga, mantiene desde hace varios meses un contencioso con la Administración, habiéndole prohibido todo tipo de actividad en la cantera de arenisca de "Campulebrel", situada en el término municipal de la vecina población de San Cebrián de Mudá, apoyándose en el decreto 108, que trata de la protección del oso pardo. La Junta de Castilla y León, sólo ha encontrado a un enemigo, Mariano Ruesga, y se ha librado, como por arte de magia, al diputado provincial del Partido Popular y concejal de Barruelo de Santullán, Luis Ángel Gómez Maestro, que unos metros más allá explotaba una cantera similar. Al citado decreto de protección del oso tampoco le molestan los cuatro mil kilos de dinamita que hacen temblar la cuenca, por razones de peso, en la llamada explotación a cielo abierto. Con razón dice Mariano Ruesga que el decreto del Oso Pardo lo han elaborado personas ajenas

El regreso del Oso

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"...Quedan entre estas ruínas hombres?" -se preguntaba Unamuno en el Alto de las Tuerces. Hay agua en el fondo, en el hondo del corazón rocoso, y una ruína puede ser una esperanza. El Oso ha vuelto. Dicen los ganaderos de Sarceda que los osos que vieron ya pasaron de Sejos y aseguran que ahora están en Pernía, cerca de Polaciones, tal vez hacia los montes de Redondo. ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL LIBRO VER DOS VECES LAS COSAS FROILÁN DE LÓZAR, SEPTIEMBRE DE 2020 LECTURAS EN EL BLOG +DE 100

De monsergas y olvidos

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Parafraseando a mi amigo Jaime García Reyero, que desde la localidad de Guardo se duele muchas veces del olvido, diré que es cierto, que tiene toda la razón del mundo, que se han escrito muchos libros, se han proyectado cintas de video en los colegios y que se ha silenciado mucho a Guardo. Pero leyendo estos días a Alvaro Vargas Llosa, el hijo del último "Planeta" de Lara, en un reportaje para la prensa sobre "Los Chiapas", he reconsiderado mi actitud sobre la revolución que proponía. Nosotros no hemos llegado todavía a tamaño despropósito. Nuestra gente no vive en la miseria. El olvido se combate de otra forma, pero eso sí, que los programadores, los jefecillos locales, los rostros pálidos de la capital estén alerta porque, el pueblo, también este pueblo, se está cansando de palabras bonitas, de promesas ambiguas, y puede estallar en cualquier momento la descarga de la ira general que se soporta. Guardo, olvidado  Yo también he olvidado un poco