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La montaña te necesita

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Mountain Wilderness, una asociación internacional sin ánimo de lucro, que trabaja, según aseguran, por defender la montaña en cualquier parte del mundo, se hace esta pregunta: “¿Qué ocurrirá si no nos preocupamos por conservar de las montañas el lado salvaje que ahora muestran?”. Si es verdad que, para quienes hemos nacido en ellas, sería conveniente mantenerlas limpias, sin llegar a niveles de los que habla esta asociación que nació en 1987 en Biella (Italia), y que se dedicó todos estos años a concienciar y participar en la limpieza de zonas de montaña europeas, entre las que se encuentran Ayllón, Guadarrama y Gredos y otra instalada en Cataluña. Al hilo de esta pregunta, que tiene su fundamento y que lanzaba hace unos meses un medio nacional, conviene concienciar a quienes tanto les gusta recorrerla sobre la necesidad de mantenerla limpia; más fácil aún, de no mancharla cuando andamos por ella. Lo que ocurre es que a nuestros montes, que son importantes también, por lo que ap

Lista Roja del Patrimonio

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La Asociación Hispania Nostra, que arranca en noviembre de 2007, lleva a su espalda la mochila de la Lista Roja, que no es plato de buen gusto, pero que viene bien para que no olvidemos el patrimonio que está a punto de caer por el olvido, aquellos elementos en riesgo de desaparición o alteración de sus valores. Años atrás me hacía eco en la sección “Vuelta a los Orígenes”, de la situación lamentable de la iglesia de San Jorde, románico del siglo XIII que se localiza entre San Pedro de Moarves y Villabermudo, en La Ojeda. Una muestra del abandono de nuestro patrimonio que figura en esa Lista Roja, sin que nadie haya movido un dedo para detenerlo, en ese concepto equivocado en el que nos basamos de que todo se acaba. Hace unos meses recordábamos el lamentable estado del puente Rojadillo, en el término de Salcedillo. Lo compartía en las redes sociales, donde no faltan los ignorantes y los delincuentes; los primeros, atrevidos; los segundos, partícipes o simpatizantes de quienes se

Adiós, Adara, adiós (III)

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"No olvidaré jamás mi paso por Pernía, no por lo que yo haya hecho aquí, que no creo que haya sido tanto, sino por todo lo que he crecido en estos años, lo felices que hemos sido todos, mis hijos los que más. Y espero que se empiece a valorar el mundo rural, que donde ahora la gente dice "pero si aquí no hay nada", se empiece a decir, "aquí hay mucho por hacer, vamos a ello".  Adara, recuerda en su larga y sentida misiva, el día que acudió a Valladolid, al foro de Buenas Prácticas en Materia Demográfica. Alguien importante en Diputación de Palencia le preguntó: ¿Cómo ves los servicios en La Pernía? “Le contesté positivamente, dentro de lo malo en San Salvador hay tienda, bares, centro de salud y farmacia. Cuando mencioné la farmacia se echó a reír y dio un codazo a un compañero como los malos de las pelis cuando sus esbirros no se ríen y les miran mal para que lo hagan. Eran esas fechas en las que peligraban las guardias de las farmacias.” Entonces ent

Adiós, Adara, adiós (II)

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Cuenta Adara que, cuando llegó a San Salvador, no sabía nada en absoluto de la despoblación. Ella siempre había idealizado una vida con poca gente, “cuanta menos gente, mejor” y cuando se ha enfrentado a la realidad, a ese asunto que aparece a todas horas, en todas partes, se ha dado cuenta de que no es mejor cuanta menos gente. No en el siglo XXI y, probablemente, en ningún siglo. Ahora comprenderán, por qué quienes nos asomamos a estas páginas lo repetimos tantas veces. España se despuebla y esto se sabe por un par de noticias al mes que salen por la tele o en el diario. Adara está convencida de que, a excepción de los gobiernos de algunas comunidades, como Aragón, muy pocos hacen nada por remediarlo o, lo que hacen, como se hizo en su caso, no va mucho más allá de un apaño que no cura la herida. En Aragón, es cierto, ellos lo reconocen, también estuvieron durante mucho tiempo instalados en la frustración, en la queja por el agravio y entendieron que era necesario dar un vuelco,

Adiós, Adara, adiós (I)

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“La Pernía, por desgracia, no la salvará gente que viene por iniciativas como la que me trajo a mí aquí, sino la gente que viene por iniciativa propia y tiene ganas de hacer cosas, y le dejan hacerlas.” Esa es una de las frases con la que me quedo, de una larga y emotiva carta que me remite desde San Salvador Adara Díaz Rojas, la mujer que llegó el día 9 de septiembre de 2016, para “salvar la escuela”, tal y como afirmarían entonces medios y autoridades.  “Aplaudo la iniciativa, -dice convencida-, pero no es la mejor forma de atraer pobladores.” Es el pez que se muerde la cola. Creo que hay unanimidad en esto. Lo realmente interesante es que, quien venga a vivir aquí, lo haga convencido por algo, un trabajo, una forma de vida y no se vea forzado a ser parte de una solución para que la escuela no se cierre. Y cuando, por algún motivo personal -como es el que ahora les lleva hacia otro sitio-, hagan sus maletas y se vayan, su decisión no dé pie a juicios equivocados, que dañen a qui