Palentinos y Cántabros
Más que comparanzas, que siempre nos conducen a enfrentamientos inútiles, he tratado de localizar vínculos, lazos y paisajes que nos unan. Yo he sido por obligación y por devoción un viajero de mi tierra. He buscado sensaciones diferentes por las tierras hermanas de España, y como bien señalo en un capítulo inédito que aparecerá en el que será mi primer libro (1) , he bebido de todas. Cantabria ha sido la primera. La hermana carnal, la prima hermana. Fuéramos o no antepasados suyos, tengamos o no sus mismos rasgos, conservamos algunas de sus costumbres; nos expresamos en muchas ocasiones con sus mismas palabras; rompemos las sombras del invierno con idénticos pasos y temores, en pueblos que, sin dejar de ser hermosos, llevan como nosotros esa misma carga año tras año. Hoy mismo he roto los zapatos “Deva” arriba. Por Espinama a Fuente Dé, dejando atrás, cerca de Potes, la Cruz que hace mil años trajo el Santo Toribio a este valle de Liébana. Sabemos que las gargantas del “Ca