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Arbejal

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En el año 818, se le conoce por “Erbeliare”, origen, probablemente, caminero.  El Camino Real que partía de Cervera, y que se dirigía hacia la Cordillera, pasaba por Arbejal, erigido inicialmente -según algunos historiadores-, en la margen derecha del Pisuerga, en un pago situado junto al río denominado entonces "La Bárcena", actualmente conocido como "Los Casares". Allí estuvo hasta su destrucción por una catástrofe natural. Después se reedificó en el lugar que ocupa actualmente. Arbejal, además de pertenecer al Señorío de Don Tello, fue durante siglos priorato de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén u Orden de Malta. Desde aquí, los caminantes se adentraban en el Alto Valle del Pisuerga bordeando el sistema defensivo de Peñas Negras. En febrero de 1970, Arbejal pasa a depender del Ayuntamiento de Cervera.  En el aspecto folklórico, deja huella el Grupo de Arbejal, fundado en la década de los setenta, por el uso de la pandereta y e

Alba de los Cardaños

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Madoz describe Alba de los Cardaños como un pueblo con 54 casas con techos de paja y tres barrios: barrio Castro, que se encuentra en un alto; barrio Campo, situado en un lugar húmedo y barrancoso y barrio Río, en la orilla del Carrión. Actualmente, el pueblo cuenta con dos barrios divididos por el pantano de Camporredondo y con dos iglesias parroquiales con una antigüedad de más de 400 años. En la ermita del "bendito Cristo del Rio" se veneran las imágenes de los beatos pasionistas Justiniano Cuesta Redondo y Pedro Largo Redondo, beatificados por Juan Pablo II el 1 de octubre de 1989.  En el pasado se elaboraba aquí el carbón de fragua o "brezo" y vecinos del lugar se ajustaban como pastores trashumantes. Entre los años 1880 y 1980 científicos de la Universidad de Salamanca han realizado una investigación en base a determinar la diversidad genética de la población en función de los apellidos. De esta forma se asume que los portadores de un mismo apellido

Aguilar de Campoo, el monasterio

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El relato legendario atribuye la fundación de este cenobio a Opila, abad del Monasterio de San Miguel de Tablada, a principios del siglo IX. Alpidio, un hermano del fundador, descubre en los alrededores de la villa dos pequeñas ermitas con varias reliquias, entre ellas una cruz que hoy se venera en la Colegiata de San Miguel, y deciden -según la leyenda que ha llegado hasta nosotros- construir una casa religiosa en el mismo lugar, en torno a la cual se origina la villa de Aguilar. Las primeras noticias documentales se remontan a 1020, cuando comienzan a reflejarse donaciones de particulares al Monasterio. Pero en realidad, cuando se construye el conjunto monástico y comienza a crecer es al tomar las riendas el abad del Monasterio de Santa María de Retuerta (Valladolid) de manos de Alfonso VIII, orden aquella regida por canónigos regulares de la Orden Premonstratense. A partir de ese momento, comienza un tiempo nuevo en el que el monasterio va creciendo, merced a heredades, donacion

Aguilar de Campoo

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El término Aguilar se relaciona con una antigua colonia de águilas presentes en las inmediaciones de la localidad. La población fue villa amurallada y en la actualidad conserva seis de las siete puertas y portillos que tuvo en origen: las de Reinosa, Tobalina, Barbacana o Paseo Real, Portazgo, Cascajera y San Roque. El 14 de mayo de 1255, siendo rey Alfonso X el Sabio y de visita por estas tierras, la declaró villa realenga y señaló sus términos. Para algunos historiadores éste fue el primer Fuero Real de Castilla, privilegio que conservaría hasta 1332. Fue, desde entonces, cabecera de la Meryndat de Aguylar de Canpo, una división administrativa de la Corona de Castilla vigente durante la Edad Media, cuya descripción figura en el libro Becerro de las Behetrías. Esta merindad era una de las más extensas y pobladas de Castilla y contaba con 262 localidades, actualmente repartidas entre Palencia, Cantabria y Burgos. Su alfoz contaba con 34 aldeas. En nuestros días forman parte del m

Cantamuda/Cantamuga

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Estaba yo ilusionado porque presentaba en mi blog curiosón la colegiata de mi pueblo, que ya habíamos publicado con anterioridad en este diario y que volveremos a publicar, si no hay impedimento, a primeros de año en la nueva serie que estamos preparando y en la que hacemos un recorrido por iglesias y eremitorios del norte palentino. Tuvo una excelente acogida, añadiendo imágenes nuevas de su interior servidas por mi compañero de partida y amigo José Luis Estalayo. Pero el resultado se empañó un poco porque en varios grupos de facebook se rebelaron contra el nombre del pueblo con el que yo lo nombro: San Salvador de Cantamuga. Ya he explicado muchas veces que el oficial desde hace muchos años es Cantamuda, pero que es legítimo también, que no es capricho personal, el de Cantamuga al que nos referimos muchos lugareños. Basta con que tecleen Cantamuga en el buscador para que encuentren libros, escritos y referencias de Instituciones y estudiosos al topónimo. El poeta Manolo Bores, nació

Herrando

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Aunque muchas de las escenas que aquí vamos recogiendo vienen de otros momentos de la historia, cada pueblo lo vivía de una forma. Lo digo porque hubo un tiempo en que yo recorría los pueblos todas las semanas y aprovechaba para extraer las historias que me han traído hasta este momento, lleno de nostalgia y sentimiento hacia aquellos lugares a los que regreso cuando puedo y donde imagino una vejez sin sobresaltos, entre naturaleza y libros. Repasando las fuentes, es admirable lo que cuenta mi amigo José Luis de Mier, que sigue vivo en mi memoria y en mi vida, en un libro donde también aporta su arte Damián Simal, el pintor de Quintanaluengos con el que ahora me “wasapeo” a diario. Hace dos años el pueblo de San Salvador rindió homenaje a la familia Cajigal, que heredaron el fuelle y el humor de su padre. Y cuando íbamos a Valladolid nos decía Pepe: "Guajes, a que no sabéis un pueblo que no es pueblo: La Puebla". Pues resulta que, en un pequeño libro, edición no venal, es dec

No dejes de escribirnos

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No conviene abusar de nada y menos en estos tiempos convulsos que vivimos. Se nos va la vida al menor descuido. Se nos va la vida de personas a las que queremos, de gentes que marcaron un hito importante en la vida de su comunidad o de su provincia. Apenas había puesto un pie en San Salvador a primeros de agosto, cuando una amiga me comunicaba el fallecimiento de Gonzalo Alcalde, el espeleólogo que llevó la montaña a los diarios, a las revistas, a los libros.  Es tontería detenerse ahora en panegíricos. Le conocí en la casa de la abuela Lorenza. Él venía a menudo, cuando podía, para ir recogiendo y grabando coplas y romances que le servían de borrador para el apartado de etnografía de los cuatro libros que publicó sobre la montaña palentina: La Lora, La Braña, La Pernía, Fuentes Carrionas y la Peña. No llevo cuenta de las fechas, pero creo que fue hace cuatro años, cuando volvimos a encontrarnos en Santamaría de Redondo, en casa de José Luis de Mier, nuestro abogado en Cataluña, un enc

Ver dos veces las cosas

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Nace esta selección de artículos, publicados en el Diario Palentino, bajo la prescripción de diez mujeres estupendas. Es cierto que yo las he tentado al invitarlas, pero han abierto el borrador y enseguida se han sentido cómplices de la historia. Para algunas era una historia desconocida; para la mayoría, era volver a leer de nuevo, quince o veinte años más tarde, encontrando mil razones para gritar conmigo, las vicisitudes por las que pasaron sus habitantes, las relaciones con otros pueblos, el esplendor de su naturaleza que lo trastoca todo. El prólogo es miel para mis sentidos porque, sin marcar pauta alguna, han entendido lo que he repetido en tantas ocasiones, a veces, consciente de que no servirían para nada mis gritos. Sólo quien me conoce de verdad, sabe mi entrega en cuerpo y alma a remover la historia de esta tierra. Y es verdad, debo decirlo, que no estoy satisfecho, que no estoy relajado, que falta mucho por hacer, que es probable que nunca llegue lo que necesitan estos pue