Por José Luis Estalayo Cumbre de incomparable belleza , sobre todo para los pueblos de Tremaya, San Juan de Redondo y Santa María de Redondo, con quienes presume su mejor cara. Siempre se me asemejó su cúspide a la boina que nuestros respetables pernianos portaban y de la que sacaban tantas ventajas, pues, además de proteger del frío cuando faltaba el pelo y de la influencia de las tormentas, también lo hacía de golpes, raspaduras y del sol. Muchas veces me ha tocado ver a Peña Labra guarecerse del frío enfundada en una bufanda blanca, esponjosa y algodonada, dejando al descubierto solamente su parte superior, cambiando de aspecto al ritmo de los segundos. Siendo esta una de las imágenes más impresionantes y fastuosas de esta montaña. En sus faldas me tocó observar la presencia de un rebaño de rebecos llegando a contar más de 60 juntos. También aquí aprecié el espectáculo único de la berrea así como la persecución y lucha frenética de los machos. En