Garabandal

Tenía previsto acudir a la cita que aquel Jueves Santo había concertado mentalmente- se entiende- con "Conchita", la vidente que anunciaba un milagro. Pero San Salvador fue un hervidero de coches y autobuses durante todo el día.


La mayor parte de ellos dirigiéndose hacia el cruce que nos lleva a Puentenansa, para llegar a San Sebastián de Garabandal, situado a muy pocos kilómetros de Piedrasluengas, en la comarca cántabra de "Rionansa".

Lo que alli sucedió es lo que ya todos o casi todos imaginábamos: el negocio floreciente de los propietarios de las fincas que se encuentran en las inmediaciones: 500 ptas. por vehículo: 200 ptas. más por persona por acercarles en autobús hasta el lugar donde se pretendía el milagro: cuadras habilitadas como tiendas de refrescos, soportales llenos de vendedores ambulantes ofreciendo lo típicos rosarios, escapularios, camisetas, fotos de las videntes y palomas mensajeras.

10.000 personas preguntando por Conchita, llevando hacia el árbol cirios rojos, pañuelos y fotografías de los niños enfermos, víctimas todos de un montaje más, un año más, una vez más de tantas...

Los cronistas y enviados especiales aseguran que llegó gente de los cinco continentes y que agotaron las horas de un día desapacible esperando una señal, confundidos ante el desmayo de una mujer valenciana, hecho que hizo correr la voz por todo el campo de que "la Santísima le había dicho que seamos buenos y que seamos obedientes con los curas".

El suceso se remonta al 18 de octubre de 1961, cuando cuatro niños del pueblo de San Sebastián de Garabandal, situado a los pies de "Peñasagra", en un rincón del valle del Nansa, recibieron el "supuesto" mensaje de la Virgen: "Hay que hacer muchos sacrificios y mucha penitencia, y tenemos que visitar mucho al Santísimo. Pero antes tenemos que ser muy buenos y si no lo hacemos vendrá un castigo. Ya se está llenando la copa y si no cambiamos, vendrá un castigo"... ¿estamos siendo víctimas ya de ese anunciado castigo?: Guerras, miserias, muertes absurdas por doquier, atentados terroristas ...

Por eso, tal vez, buscamos un milagro. Seguimos tan incrédulos que nada ni nadie podrá calmarnos, salvo una Virgen blanca que todavía con el corazón blando nos siga dando tiempo para cambiar: aunque seamos conscientes de que esa copa hace mucho tiempo que está tirando liquido.

Imagen del autor:  Tudanca, en el Valle de Polaciones

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