Una bola de fuego

“Los jóvenes ya no huyen de su pueblo” –afirma el demógrafo Benjamín García Sanz en su libro “La sociedad rural ante el siglo XXI”. Para el director del Departamento de Sociología de la Complutense de Madrid, “la España rural empieza a repoblarse, pasada ya la crisis de los años 70,y la tendencia es que las entradas de los pueblos están aumentando”.

Frente a tanto experto como nos augura un resurgimiento, quienes hacemos un contínuo seguimiento del medio rural, no dejamos de vaticinar la muerte irremediable y próxima de muchos pueblos. Lo hemos escrito muchas veces. Somos precursores de la catástrofe y, aunque no bajamos la guardia, no tenemos a mano ni se deja ver en las manos de quienes pudieran hacer algo, una señal que nos desmienta. Con razón asistimos ahora a ese levantamiento de los sorianos, que ya desde 1983 encabezan la lista de las provincias de nuestra región con más baja natalidad. Y es loable el alzamiento, que no va a detenerse en este manifiesto, porque ya estamos hartos y en algún momento tendremos que coger nuestras pancartas y unirnos a ellos, y que tiemblen de una jodida vez las Cortes Castellanas.

Porque si se habla en muchos circulos de nuestro pasotismo, y aquí parece que no nos mueve nadie a una protesta en firme, sabemos que la paciencia tiene un límite, que quien espera desespera y que si hay una pizca de entendimiento y nos unimos todos, la sentada puede hacer historia. Que hablen los políticos, pero que vayan resolviendo, que vayan cerrando de una vez heridas. Si ellos que tienen el poder y la capacidad de gestionar y resolver siguen dándonos largas, tendremos que pincharles para que no se duerman.

Aunque parece que soplan buenos aires y en un corto periodo de tiempo hemos asistido a declaraciones de importantes mandatarios que invitan a una esperanza. De un lado, la inversión de 70 millones de euros que el departamento de Medio Ambiente destinará a los Espacios Naturales y, de otro, el elocuente gesto de Zapatero en Lugo, frase que se recoge en varios rotativos:

“Quiero estar más cerca y más veces en aquellos territorios, ciudades y ciudadanos que necesitan más apoyo, inversión, desarrollo y solidaridad”

Entre estos territorios figuran las cuatro comunidades autónomas del noroeste peninsular –Galicia, Asturias, Castilla y León y Cantabria– que, según el presidente serán destinatarias de un especial esfuerzo inversor en los próximos Presupuestos Generales del Estado.

Pero, de momento, no dejan de ser proyectos que para nada despejan la incertidumbre que vuela sobre los pequeños pueblos.

Para conocer más de cerca el fenómeno de esa bola de fuego que va dejando desierta nuestra comunidad, nada mejor que ir tras los pasos de toda esa gente que ha pateado sin descanso los pueblos para trasladarnos el resultado de sus investigaciones. El investigador burgalés Elías Rubio, viaja por “los pueblos del silencio” y apunta entre las causas de la despoblación las mismas que a diario vemos en los nuestros: aislamiento, pésimos accesos, mala relación vecinal, falta de servicios, dureza del clima, familias abultadas, efecto dominó…

En Cuzcurrita de Aranda, pueblo perteneciente al Ayuntamiento de Brazacorta y al partido judicial de Aranda de Duero, que en 1940 llegó a tener 111 vecinos, se cita como la casua de la despoblación total (1973) la adquisición por un particular de todo el pueblo-coto.

Mucho se habla y se estudia el fenómeno de la despoblación rural en Castilla y León. Las administraciones se han pasado la vida haciendo estudios de tan significado drama. Cuando todos los montañeses vemos una posibilidad de futuro con la instalación de algunas empresas, ¿no consideran ustedes que todas la administraciones debieran implicarse de verdad para facilitarle al empresario terrenos y acondicionar los accesos al lugar?

Sinceramente creo que quienes nos estudian y nos gobiernan, no quieren para nada que se detenga esta bola de fuego.

Imagen: Valsurbio, de José Luis Estalayo
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