El Peñalabra



Por José Luis Estalayo

Cumbre de incomparable belleza , sobre todo para los pueblos de Tremaya, San Juan de Redondo y Santa María de Redondo, con quienes presume su mejor cara. Siempre se me asemejó su cúspide a la boina que nuestros respetables pernianos portaban y de la que sacaban tantas ventajas, pues, además de proteger del frío cuando faltaba el pelo y de la influencia de las tormentas, también lo hacía de golpes, raspaduras y del sol.

Muchas veces me ha tocado ver a Peña Labra guarecerse del frío enfundada en una bufanda blanca, esponjosa y algodonada, dejando al descubierto solamente su parte superior, cambiando de aspecto al ritmo de los segundos. Siendo esta una de las imágenes más impresionantes y fastuosas de esta montaña.

En sus faldas me tocó observar la presencia de un rebaño de rebecos llegando a contar más de 60 juntos. También aquí aprecié el espectáculo único de la berrea así como la persecución y lucha frenética de los machos.

En cuestión de tres minutos viví en pleno mes de mayo, las descarga furiosa de granizos que me obligó a refugiarme en un recoveco de su pared frontal, la frágil caída de los copos de nieve mecidos por un suave viento, y la salida de un sol radiante inundando La Pernía de luz y calor.

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