La tradición oral de Palencia

La Diputación de Palencia ha presentado estos días el "Archivo de la tradición oral de Palencia", que recoge los registros sonoros de mi gran amigo, el compositor residente en Tarragona, Luis Guzmán Rubio. Se realizaron a partir del año 1959 y representan algunas de las primeras grabaciones folklóricas de Castilla y León.



Froilán de Lózar | Tremaya

Luís Guzmán Rubio, hijo del insigne maestro Ricis escribe y describe la montaña a través de la música. Desde que llegó como maestro a San Felices de Castillería, a los 21 años, se impregnó del paisaje y las costumbres y aunque la vida le obligo a emigrar fuera, no ha dejado de promocionar todas las recopilaciones de su malogrado padre. Luis Guzmán me espera a la una de la tarde a la puerta de la iglesia de Tremaya.

“Me vi obligado a entrar en el folklore por la muerte de mi padre. Yo estaba de maestro en Tremaya y aquel año, en 1945, el Consejo Superior del Instituto de Musicología convocó un concurso de recopilaciones de canciones y temas populares en toda España. Decidí participar al encontrarme con el trabajo que mi padre había recogido -¿quién iba a pensar que se iba a morir a los 48 años?-, por los pueblos de Palencia y especialmente por la Montaña Palentina. Las primeras obras de la montaña son de 1941, pero antes ya tenia recogido mucho trabajo de la parte sur. Recopilaciones que hizo para las armonizaciones de las obras que cantaba la Coral Filarmónica Palentina. Todo ese material, aproximadamente unos 80 apuntes, procuré completarlos añadiendo otros que solicitaba la convocatoria nacional. Cuando desde Tremaya pasé a ser director de la banda de Cervera, entré en contacto con la Sección Femenina y el Hogar Pilar Madrazo, y empecé los escarceos de coros y la búsqueda de canciones paro los concursos provinciales y nacionales. A los dos años empecé a mandar trabajos modestos y de ese modo conseguí premios y accésit importantes. Una de las colecciones más completas fue la que remití con el lema Nuestra Señora del Castillo, de Cervera.

  • Un buen hijo. Un buen padre 

“Lo de mi padre ha sido especial siempre en toda la familia. En mi hermano Antonio y en mi, ha sido de locura. Yo soy quien soy por mi padre, de tal suerte que tengo algunas placas dedicadas a mi trabajo y siempre aparece la frase: “En homenaje al maestro Luis Guzmán Ricis, en la persona de su hijo Luís Guzmán Rubio”, y esto me llena de orgullo. No es menos cierto que he aportado al cancionero palentino algún centenar de canciones recopiladas por mí, pero es un trabajo que tengo abandonado para dar prioridad a la obra de mi padre. Más que nada, por la persona humana y artista que era, malogrado, que entregó su vida musicalmente a Palencia como nadie lo ha hecho”. 

  • Maestro de Claudio Prieto

“Normalmente, a los artistas se les reconoce después de muertos. La música de Claudio Prieto es música universal, no asequible desgraciadamente al pueblo por nuestra incultura. Esto sucedió también con Stravinski y ahora sus obras están en la cumbre. Cuando la Coral Filarmónica Palentina puso en su programa dos obras de Rabel, causó profundo extrañeza en el mundo musical. Eso es un poco lo que le sucede ahora mismo a Claudio, al que también le falta un mentor”.
 
  • El primer contacto con la música en la montaña

"Elegí este destino, entre otras razones, por el asombro de belleza que le produjo a mi padre cuando dos años antes la conoció y recogió las preciosas canciones que luego de armonizarlas, serían: ‘La mozuela de Camasobres’, ‘¿Dónde vas a por agua?’, algunas dictadas por Saray Plaza y otras mozas de Camasobres y, ‘No quiero tus avellanas’, que le dictó Manuel Nestar. El primer contacto con la música en sus pueblos queda reflejada en el acta de inspección de la escuela mixta de San Felices de Castillería: "...de la música y con especial preparación para ella, ha sabido traer a la escuela el divino encanto de las canciones regionales que los niños saben cantar...", pero, además, cultivábamos la poesía y a los niños se les daba bien recitarla; ¿recordáis ‘Toriano y Sandalio’, ‘La loba parda’, ‘El 2 de mayo’...?Recuerdo la asistencia como un mozo más a las romerías de Nuestra Señora de las Nieves, San Justo, San Lorenzo y antes Santiago y Santa Ana. La explosión de fiestas de Nuestra Señora y San Roque, las más de las veces amenizadas a golpes de tambor y pandereta con las bonitas tonadas cantadas por las encantadoras mozas; las menos de las veces, amenizadas por un acordeonista, que creo, era de Reinosa y se llamaba Pepe Luis. Las fiestas grandes de San Juan y San Pedro, en Aguilar de Campóo, con bandas de música y coros; San Antonio en Guardo, con festivales folklóricos; Nuestra Señora en Cervera, con brillantes festivales en su plaza portátil -imborrable recuerdo el acto de imponer al estandarte de Peña Aguilón una corbata por el ilustrísimo Ayuntamiento de Cervera de Pisuerga—; las fiestas del Carmen en Barruelo y tantas otras... El recuerdo de las corales de Barruelo, bajo la dirección de Nicolás Torre, Peña Aguilón, con José María Monzón al frente, que cubrió una amplia y bonita época de Aguilar: ¡qué misas pontificales!; las corales de Cervera, de Guardo... Las bandas de música de Cervera, que fundara Dionisio Cuadrado; las bandas de Guardo, con remotos antecedentes de sus directores Amón, Cermeño, Pepe Rueda, Eladio Villacorta, y con gentes como los Rueda, Ventura Huertes, Ferino, Tito Bravo y tantos otros. 

Posteriormente, las academias de música que tuve el honor y orgullo de dirigir y de las cuáles salieron alumnos que supieron sacar provecho económico a la música, algunos destacados profesionales; y por la de Guardo, donde inició parte de su andadura nuestro entrañable Claudio Prieto, que llena de orgullo a Muñeca, pueblo que lo vio nacer, Palencia y a España entera, como genio destacado de la música universal. El intercambio de actuaciones con Aguilar, Saldaña, Potes, Guardo, Palencia... La Coral Filarmónica Palentina, la Coral Vaccea de Palencia; Coral Lancaster, el milagro de la Coral Carrionesa, la Coral de Saldaña, las corales de Barruelo y Aguilar, ya citadas. La Coral de Guardo, con Allende al frente, los grupos de Astudillo, Villada, Ampudia, dulzaineros todos de Palencia. Remontando tiempos más lejanos y recordando a las bandas de música que tuvo la provincia de Palencia. Carrión de los Condes (maestros Caro, Valbuena, Goriba); Cisneros, Marcelino Toledo; Dueñas, Paredes de Nava, Castellanos; Saldaña, Julián Torres; Torquemada, Emilio León; Villada, Fermín Abad; Villarramiel, Santos Antolín; Herrera de Pisuerga, José Zurita, y otras, dejando para el final la Banda Municipal de Música de Palencia, orgullo de los palentinos, y de cuya academia salieron legiones de profesionales que dieron prestigio a la tierra que los vio nacer. Las orquestinas de baile de Barruelo, dos o tres; El Chato, en Aguilar; El Vasco, Los Charutos y Los Lirios en Guardo”.

Para saber más:
"Cervera, Polentinos, Pernía y Castillería, de Froilán de Lózar; Editorial Aruz, Primera edición Julio de 2008, Segunda edición, Julio de 2009

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