La ouija

La tierra es como una tabla. Le inducimos para que se nos muestre poco a poco, y sale a nuestro encuentro, y nos revela caminos , y nos devuelve historias. En esta búsqueda no hay nada peligroso, no hay nada oscuro, no hay nada que pueda, posteriormente, herirnos. Se nos muestra tal cual, sin ataduras, y el mensaje que emana garantiza un final asombroso.



Lo curioso y lo cierto es que unos más, otros menos, todos estamos descontentos por algo, con alguien, y esto se nota demasiado en la dinámica de estos núcleos. Esa es la crónica diaria.

A esa noticia se añaden otras, como la que, desde California, nos recuerda José, y que habla del descontento de los jóvenes por tanto olvido, por tantas y tantas ausencias de los poderes públicos. Uno vota a una determinada persona y espera una respuesta que le alcance, una ayuda que, no sé por qué historias, nunca llega cuando se necesita. Será por eso que, como dijo Celaya: "Somos el golpe terrible de un corazón no resuelto". Vivimos con la ilusión siempre en vilo, esperando un milagro, que no es tal, porque no se necesita ni se pide un imposible. Se pide un medico rural en La Pernía, porque para eso, en su día se levantó una casa; se pide una carretera comarcal en condiciones, se pide un servicio de máquinas quítanieves, que impidan la incomunicación durante tantos días. Lo que contaba a este respecto la Asociación Cultural de Santibañez de Resoba, es una de las muchas historias que les toca librar a estos núcleos de montaña tan alejados de Palencia. La Castilleria tiene asumido eso. En La Pernía, más concretamente, en San Salvador, el temporal de nieve que se vivió en los meses pasados, dejó por los suelos varios postes de luz, lo que viene a alimentar una vez mis la escasa preocupación de los organismos por dotar de medios adecuados sus instalaciones, en una zona que soporta la dureza del invierno estóicamente, ¡qué remedio le queda!, para llenar los pantanos y dar cumplidas muestras de beneplácito a los campesinos que, más al sur, esperan en jarras primavera.

Es cuestión de tiempo. No pueda hacerse nada. Hay que mostrarse agradecidos..., todo eso lo sabemos, nos lo dice la tabla, se repite una generación tras otra, pero que no pidan sonrisas ni exaltaciones quienes no ayudan a hacer más justa la vida de esta gente. ¡Déjense ya de historias!, que la vida se escapa y poco importará lo que soñaron, y de nada servirá tanto proyecto, cuando en lo más elemental parecen fracasar año tras año. Son frases inválidas que llenarán una página de periódico. Nada más.

Uno escribe, se compadece, se rebela al enterarse de situaciones por las que atraviesan esos pueblos, sumidos en aparente tranquilidad e indiferencia, pero la procesión, como suele decirse, va por dentro. Todos los que por diferentes razones lo contamos, de una o de otra manera, desde acá o desde allá, intuimos creo, la difícil misión de los alcaldes, del presidente de la Diputación, del presidente de la Junta, pero son ya muchos años los que llevamos machacando la piedra, y las fuerzas decaen, y unos por otros siempre, ya se sabe, el consabido epígrafe.

Hay un rumor que corre como la espuma en la montaña. Se habla del Parque Natural, y tal propuesta asusta, claro, porque ello va a impedir el desarrollo de ciertas actividades, ya da por sí sacrificadas y cada vez más reducidas. No parece sensato que después de todo alguien vaya de pronto y diga: "Toma, Parque, para que te resarzas de tantas amputaciones". De la noche a la mañana, paraíso nacional empantanado, aire encerrado en una jaula: ¡cuidado; no tocar, que se puede romper lo que tanto sudor os ha costado". Esa es la respuesta política a tanto grito dado. Como sois cuatro "pelagatos", no vamos a gastar el presupuesto en nada con vosotros. Invertir, sí, en pantanos, para que no nos falle el agua; invertir sí, en publicidad, para que admiren los españoles la tierra que tenemos al norte, la bendición del cielo, y para solazarnos nosotros de cuando en cuando, que todo no va a ser invertir. Lo demás parece cosa de la casualidad, lo achacaremos al tiempo malo, a la situación geográfica, al futuro inmediato que habla de muerte paulatina.

Dice Maruja Torres, periodista, que, "la vida es como el café o las castañas en otoño. Siempre huele mejor de lo que sabe". En fin, no seamos derrotistas, pese a todo. No nos dejemos guiar por los rumores, no hagamos rezos imposibles, ni imposiciones de manos sobre tablas esperando conectar con soluciones de otros mundos. Ahora tenemos tiempo. Ahora tenemos fuerzas. ¿Quién habla de confianza perdida? Venimos decididos a comenzar de nuevo, desde cero, que la vida, ya lo dice el cantar, no vale nada, y lo de atrás, todo se queda en la vereda, esperando la siembra. Pero hay que dejar de lado el egoísmo que nos invade, nosotros somos los primeros interesados en mostrar la situación real de nuestra tierra: sus inquietudes, sus necesidades, sus deseos, que no diga después Alfonso Guerra, ni nadie, que en Castilla y León no sabemos gastarnos el dinero, que se han devuelto no sé cuantos millones a las arcas centrales. Siempre hay anhelos; ¿quién no los tiene?

Nuestra ouija es la tierra que pisamos, el monte que nos rodea. Forjamos historias importantes sobre ella, y aunque no lo sepamos, aunque tratemos de ignorarlo, queda escrito sobre su piel el interés depositado por sus hijos. Nunca es bastante lo que hacemos. Hay que mojarse en muchas situaciones para comprender el alcance de historias que borramos porque sí, y de personas que alejamos con frialdad porque también. Desde acá y desde allá, unos y otros, apoyando con más hechos que intenciones las propuestas.

Imagen: Amando Vega

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