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Mostrando entradas de marzo, 1996

48 horas de invierno

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El cuartel general de invierno está ubicado en Saldaña. -00- En algunas zonas -¿qué esconderá el Puerto?-, las máquinas quitanieves apenas avanzaban. La ventisca impedía ver el camino, las máquinas se salieron en varios puntos de la carretera y en algunos lugares donde habitualmenle se forman grandes neveros, se tardaron cuatro horas en recorrer trescientos metros. -00- Quienes iban al frente de las máquinas luchaban denodadamente tratando de encontrar el coche de Valentín Trueba. El personal estaba exhausto, llevaba veintidós horas rompiendo nieve. El último empujón llegó de la mano de Garrido, un funcionario de la  Junta que conoce bien el camino. -00- Valentín Trueba, el joven que pasó cuatro días incomunicado estaba muy cerca de Piedrasluengas, un kilómetro le separaban de las luces del pueblo, pero con la nieve no valen cercanías, cuando se cierra el cielo y se intensifica la ventisca. Motivados por las llamadas de socorro que se recibían desde Potes, se l

El invierno de Trueba

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Un muchacho joven, de camino hacia el Parador de Fuente Dé, ha sido la causa de que se nombrara Piedrasluengas (por cierto, perfectamente), en todos los telediarios y emisoras. Un periódico nacional relataba en contraportada la experiencia vivida por Agustín Trueba, cántabro de 29 años, que ignorando el duro invierno palentino, se aventuró por nuestro puerto quedando atrapado en algún lugar entre el pueblo que lleva el mismo nombre y Camasobres. La nieve de febrero no suele dejar tanta huella como la de noviembre, pero el lunes, cuando establecía contacto con San Salvador para conocer más detalles, el pueblo estaba tapado, lo mismo que Agustín en su vehículo, que conocía así el grito del silencio, "cuando nadie habla de ti", de tu pueblo, de tu causa y debes sobrevivir bajo mínimos como lo ha hecho esta gente durante toda su vida. El periodista ocasional, los grandes medios, ya se han olvidado de la historia. Este asunto ocupó un espacio condensado de su apretada agen

La Venta Campa

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De todos los rincones pueden contarse historias que con el paso de los años nos vienen a la mente, como néctar caprichoso que nos renueva el aire. Aquí, en esta parada, vivió Prudencio González, hermano de Pepe "el de la Fábrica", al que apodaban "Campa", de donde parece lógico pensar que procede el nombre de la Venta. Mi tatarabuelo, Apolinar Fernández de Lózar, lo tuvo arrendado en el siglo pasado y ya daba comidas y vendía ultramarinos. Otro pariente, Apolinar, ya casi centenario, vivió en esta casa a primeros de siglo al refugio de su abuelo y recuerda con gracia, no exenta de orgullo, cuando llegaron a buscarle para darle unas "castañas" por haberle pisoteado la huerta a la familia Gómez. Esta anécdota, contada por un hombre que tantos caminos anduvo, de lado a lado de la montaña, primero en Pernía, después en Alba de los Cardaños, para terminar asentándose definitivamente cerca de Valderredible, en Quintanilla de las Torres, le da vida y pre